Page 10 - 28 Hubble
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necesario hablar y oír. Escribir y leer no era suficiente. Se estaba
escribiendo una página trascendental de la astrononúa, y de toda
la humanidad, pero antes de llevarla al papel se presentía y se
rumoreaba. Cuando estos físicos se veían, un par de garabatos en
la pizarra bastaban para entenderse.
¿Era el universo estático como quería Einstein en su primer
trabajo cosmológico? ¿Era estacionario pero no estático, como
quería el astrofísico británico Fred Hoyle? ¿Había habido un big
bang seguido de una expansión, como querían Alexander Fried-
man y Georges Lemaitre? Esta expansión ¿se iría acelerando,
como quería De Sitter? ¿Era el universo finito en el espacio? ¿Cuál
era la curvatura del espacio-tiempo? ¿Era el universo homogéneo?
La respuesta la tenía el gran telescopio de Mount Wilson pilotado
por Hubble. Es notorio que hoy haya respuestas para preguntas tan
amplias y que se codean tan estrechamente con la filosofía. Y es
igualmente notorio que estas respuestas han resultado, en cierto
modo, inesperadas. ¿Qué filósofo espectador de la controversia
cosmológica del siglo xx hubiera anticipado que había habido un
big bang, un tiempo cero, una creación, como se atrevió a decir
Friedman, un átomo primitivo, como se atrevió a decir Lemaitre?
Quizá el mejor ejemplo de la crucial relación entre teoría y
observación fue la entrevista de dos científicos de peculiaridades
completamente opuestas: Einstein y Hubble. Enseguida, Einstein
se dio cuenta de que las medidas de Hubble demostraban que su
modelo de universo estaba equivocado, que el universo «de ver-
dad» correspondía a un modelo que él había tirado a la papelera
por parecerle inverosímil. ¿ Cómo podía haber imaginado alguien
que el universo estaba en expansión, como se deducía de sus
primeras ecuaciones? ¿Cómo podía imaginarse eso antes de que
Vesta Slipher y Hubble lo demostraran a pie de telescopio?
Desde el punto de vista puramente personal, la imagen de Hub-
ble tiene trigo y paja. Siendo natural de Missouri, hablaba, vestía
y accionaba corno un lord inglés de Oxford. Gustaba que le llama-
ran «mayor Hubble» en lugar de «doctor Hubble» por su extre-
mada vocación militar en contraste con su dedicación a la ciencia.
Era presumido, altanero y distante. No solo era alto, sino además
altivo. Tuvo frecuentes y fuertes altercados con sus compañeros
10 INTRODUCCIÓN