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puesto, para el desarrollo histórico de sus aportaciones básicas a
                     la astrononúa y su interrelación con los científicos de su tiempo.
                         La clasificación de las galaxias de Hubble tiene la ventaja de
                     ser sencilla aun cuando las galaxias presentan una gran dispari-
                     dad de formas. Prácticamente, consiste en una sucesión ordenada
                     de elípticas, lenticulares y espirales. La clasificación fue acertada,
                     puesto que se sigue utilizando, a pesar de que está basada sola-
                     mente en el aspecto, en unas longitudes de onda muy particula-
                     res: las correspondientes a la parte visible del espectro, y a pesar
                     de no haber tenido nada en cuenta la componente principal de
                     una galaxia:  la materia oscura.  No  puede decirse que la clasifi-
                     cación galáctica sea obra exclusivamente suya y,  por otra parte,
                     aun siendo útil, no tiene el gran mérito de sus otras aportaciones.
                        La demostración de que existen «universos islas», es decir,
                     otras galaxias o, como él decía, «nébulas extragalácticas», es de-
                     cisiva, pues nos permite captar las dimensiones colosales del uni-
                    verso. El universo de Kepler era el sistema solar y el de Herschel
                     era nuestra galaxia. El universo de Hubble tenía unas dimensiones
                    tales que nuestra galaxia no era más que un puntito entre miles de
                    millones de otras galaxias.
                        La investigación más conocida de Hubble es indudablemente
                    la ley que hoy lleva su nombre. Esta ley no solo dice que el uni-
                    verso está en expansión, sino que precisa más, estableciendo que
                     «la velocidad de alejamiento de una galaxia es proporcional a su
                    distancia». En esta frase hay tres palabras clave:  galaxia, velo-
                    cidad y distancia. Para apreciar el mérito de Hubble al enunciar
                    su famosa ley, hemos de tener en cuenta que, cuando comenzó su
                    investigación, ni se sabía bien qué era una galaxia, ni cómo medir
                    sus distancias, y solo se habían medido sus velocidades para una
                    pequeña muestra de galaxias espirales.
                        Cuando se rememora la vida de muchos de los grandes cientí-
                    ficos de la Antigüedad, se aprecia que su biografía está repleta de
                    episodios dramáticos y extravagantes peripecias. Además, la filo-
                    sofía y la teología se ven alteradas por sus descubrimientos, lo que
                    impregna su vida y contribuye a su dramatismo. Pero Hubble es ya
                    un científico de nuestro tiempo. Su vida es la de una persona del
                    siglo :xx, con hábitos bastante normales, algo trastornada por la viru-






         8          INTRODUCCIÓN
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