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Pero para el caso de distancias muy cortas, tampoco se cum-
ple bien la ley de Hubble porque a la velocidad de expansión
hay que sumar la velocidad «peculiar» de cada galaxia. De igual
forma que las moléculas de un fluido tienen una velocidad debido
a la agitación térmica, las galaxias tienen una velocidad «pecu-
liar» de tipo aleatorio, por lo que deberíamos esc1ibir:
v-H r+ V,
0
siendo V la velocidad peculiar. Esta velocidad es, por término
medio, de unos 600 km/s. Por ejemplo, la velocidad peculiar de
nuestra propia galaxia tiene este valor precisamente cuando se
toma como referencia el Fondo Cósmico de Microondas (CMB).
Normalmente, este valor de V es despreciable frente a la veloci-
dad de expansión, pero si r es muy pequeña, V puede llegar a ser
dominante, incluso puede ser positiva o negativa. Por esta razón,
Andrómeda se está acercando a nosotros; no se está alejando. Por
su cercanía y su espectacularidad, la primera galaxia de la que
Slipher determinó su velocidad radial fue Andrómeda. Además,
Andrómeda y la Vía Láctea forman ( casi) un sistema binario, es
decir, están ligadas y se atraen mutuamente.
LA LEY DE HUBBLE, ¿es EVIDENTE?
Como dijimos antes, la ley de Hubble es muy fácil de obtener con la
teoría, incluso desempolvando la sencilla mecánica de fluidos new-
toniana Veámoslo de tres maneras, la primera con un razonamiento
de lógica casera; las otras dos, más precisas, requieren mínimos
conocimientos de mecánica clásica de fluidos y se exponen en el
anexo, en el que no solo obtendremos la ley de Hubble sino que, in-
cluso, podremos calcular el valor de la constante de Hubble. A pesar
de que los modelos de universo son aplicaciones de la relatividad
general, la ley de Hubble puede deducirse con razonanuentos más
elementales. Es consecuencia del llan1ado «principio cosmológico».
Imaginemos que estarnos observando, en una dirección deter-
nunada, tres galaxias situadas a 10, 20 y 30 Mpc. Llamemos a estas
116 LA LEY DE HUBBLE