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origen fundamentalmente nórdico. Por el contrario, la ciencia
judía es teórica y formal, probabilista y no intuitiva, esclava de las
matemáticas, indiferente a la naturaleza y a la realidad, y se pre-
tende internacional. La división entre física clásica y física mo-
derna es solo una astucia de la física judía, pues «el judío pretende
crear contradicciones por doquier y separar las conexiones, para
que el pobre alemán, que cae pronto en las trampas, pierda cual-
quier posibilidad de saber dónde está». Estas frases permitirán
entender el conflicto en que se vio envuelto Heisenberg cuando
Stark lo tomó como blanco de sus ataques.
El motivo inicial fue la jubilación de Sommerfeld. En el ve-
rano de 1935 la Universidad de Múnich propuso un único candi-
dato, Heisenberg, para la vacante. En una situación normal habría
sido designado, pero Stark consiguió paralizar el nombramiento.
Además, en un discurso público dijo que aunque se habían libe-
rado de Einstein, quedaban sus amigos y prutidarios, que seguían
actuando en su nombre, como Planck, Laue «y el teórico forma-
lista Heisenberg, espíritu del espíritu de Einstein, que quiere ser
ahora recompensado con una cátedra». A partir de ese momento,
llamar a alguien «espíritu del espíritu de Einstein» era equivalente
a acusarle de enemigo del régimen.
A finales de 1936, en el periódico-oficial del partido nazi apare-
ció el artículo «Física alemana y física judía», que recogía argumen-
tos del prefacio de Lenard. Rechazaba por opacas y formalistas las
teorías de la relatividad de Einstein, la mecánica matricial de Hei-
senberg y la mecánica ondulatoria de Schrodinger, y acababa pi-
diendo que esta «física judía» fuera eliminada de las universidades.
En junio de 1937 se publicó el artículo «Los judíos blancos en la
ciencia» en el periódico oficial de las SS. Judíos blancos eran aque-
llos alemanes que, sin ser judíos, propagaban el espíritu judío, y por
ello eran doblemente peligrosos. Heisenberg fue designado como
el principal representante del «espíritu de Einstein en la nueva Ale-
mania», y se enumeró una larga lista de acusaciones e infamias
contra él. Hubo cartas en la prensa pidiendo que se le internru·a en
un can1po de concentración, por traidor a la raza y al país. Estos
ataques empezaban a ser una amenaza directa a su integridad fí-
sica. Así las cosas, Heisenberg decidió escribir a Hinlilller, el jefe
128 EN DEFENSA DE LA FÍSICA TEÓRICA