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tiene para mí la gran ventaja de que aprenderé de una vez y correc-
tamente matemáticas y astronomía». Estas sesiones acababan de
manera informal, y a menudo Bom y Heisenberg tocaban el piano,
alternativamente o a cuatro manos. Bom estaba tan satisfecho
con Heisenberg que escribió a Sommerfeld para proponerle que,
después de su tesis, Heisenberg volviera a Gotinga para preparar
allí su habilitación y convertirse en su colaborador.
En febrero de 1923 a Heisenberg se le ocurrió una idea para
verificar hasta qué punto se podía aplicar la mecánica clásica. Se
trataba de considerar el átomo de helio con uno de sus electrones
en una órbita muy excitada, es decir, un núcleo con un electrón
cercano y el otro en una órbita muy alejada. Su idea era que podría
considerarse como un átomo de hidrógeno muy excitado cuyo
núcleo está perturbado por un electrón próximo. Pero aquello no
funcionaba, y en uno de sus pocos momentos de pesimismo escri-
bió a su amigo Pauli: «Todos los modelos actuales del helio son
tan malos como lo es la física atómica».
En el verano de 1923, Bohr, Pauli, Bom y Heisenberg estaban
dispuestos a aceptar lo inevitable. Los fallos obvios de todos los
modelos cuánticos para los átomos y moléculas más sencillos,
aparte del átomo de hidrógeno, demostraban claramente, en pala-
bras de Bom, «que no solo se necesitan nuevas hipótesis en el
sentido usual de hipótesis físicas, sino que todo el sistema de con-
ceptos físicos debe ser reconstruido desde sus bases». Bom pro-
clamó que ya era hora de buscar una nueva teoría, a la que dio el
nombre de mecánica cuántica.
UN DOCTORADO POR LOS PELOS
En mayo de 1923, Heisenberg volvió a Múnich para acabar sus
estudios y preparar su tesis doctoral. Hasta entonces había des-
cuidado los cursos generales de Wien sobre física experimental.
En su momento, Pauli había seguido dos cursos, uno de cuatro
horas semanales y otro de ocho horas. Pero Heisenberg no mostró
demasiado entusiasmo por la física experimental, y solo siguió el
LA CRISIS DE LOS MODELOS ATÓMICOS 63