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dependiente por un grupo de investigación del Instituto Nobel de
Estocolmo, a partir del bombardeo de uranio-238 mediante isóto-
pos de oxígeno-16. Tras la muerte de Fermi y de Einstein, y de la
publicación de parte de sus resultados por el grupo de Berkeley,
la comunidad científica internacional acordó de forma unánime que
el elemento 99 fuese el einstenio y el 100 fuese el fermio.
LOS GRANDES ACELERADORES ACTUALES
Un año después de la muerte de Fermi, el físico estadounidense
Samuel Allison, colaborador en el Proyecto Manhattan, decidió
renombrar el Instituto de Estudios Nucleares de Chicago como
Instituto Enrico Fermi. Dicho centro sigue siendo un centro pun-
tero en la investigación de la física y forma parte, junto con otras
instituciones, del holding que explota el Femülab -el antiguo
Laboratorio Nacional del Acelerador- , llamado así en 1974 en
honor a Fermi. En la actualidad, el Fermilab posee el segundo
mayor acelerador de partículas del mundo, tras el gran colisiona-
dor de hadrones (o LHC, Large Hadron Collider) de la Organiza-
ción Europea para la Investigación Nuclear (CERN) en Ginebra.
Dicho acelerador representa uno de los mayores logros de la in-
geniería humana, y siguió la estela del bevatrón de Berkeley y del
cosmotrón de Brookhaven que inauguró Fermi.
Si el bevatrón debía su nombre a que en él se lograban ener-
gías de miles de millones de electronvoltios (eV), el tevatrón del
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Femülab alcanza los teraelectronvoltios (Te V), es decir, 10 eV.
Gracias a esta tremenda potencia de los aceleradores, hoy se pue-
den obtener y detectar haces de partículas tan pequeñas como los
neutrinos, de masas ínfimas de unos 5 eV, y escudriñar la esencia
cuántica de la materia.
Recientemente, dos experimentos en los aceleradores de
partículas han sacudido a la comunidad científica internacional
por su trascendencia e implicación para las teorías de la física: la
posible detección de neutrinos superlumínicos y la probable del
bosón de Higgs.
CAMINO AL FERM ILAB 157