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SUS ÚLTIMOS AÑOS
A principios de 1953, Ferrni fue nombrado presidente de la So-
ciedad Americana de Física. Su prestigio era enorme, sus confe-
rencias reunían a multitudes deseosas de escucharle, sus cursos
de Chicago eran seguidos por estudiantes entusiasmados con su
capacidad comunicativa, y Fermi era reclamado - y aclamado-
por universidades e instituciones de todo el mundo.
Pero a finales de 1953, tras una carta de William Borden,
miembro del comité de la energía atómica del congreso, el jefe del
FBI, Edgar Hoover, acusó a Oppenheimer de ser un riesgo para la
seguridad norteamericana. El presidente Eisenhower pidió la re-
nuncia a Oppenheimer, que se negó a ella y solicitó una auditoría,
mientras sus funciones quedaban suspendidas cautelarmente. El
proceso se inició el 13 de abril de 1954, y siete días después Fermi
testificó a favor de Oppenheimer. Uno de los argumentos contra
Oppenheimer era su reticencia a una mayor proliferación del arse-
nal nuclear, con nuevos tipos de bombas. La declaración de Fermi
le ayudó al respecto:
Mi opinión en aquel momento era que debía prohibirse la superbom-
ba antes de que naciera. Pensé que, a través de un acuerdo interna-
cional, sería más fácil prohibir algo que no existía.
Dicho proceso fue muy desagradable para Ferrni y para la
comunidad científica de Los Álamos, pues Teller testificó contra
Oppenheimer con contundencia, mientras que otros se mantu-
vieron más o menos al margen, aunque la mayoría de científicos
-entre ellos Ferrni- le apoyaron. Finalmente, el veredicto de-
claró que podía representar un riesgo para la seguridad del país,
quizá por el nerviosismo comprensible de Oppenheimer en algu-
nos momentos del proceso, y se le apartó de todas sus funcio-
nes, ante el malestar de Fenni y del resto de compañeros, que le
consideraban un librepensador más que un comunista peligroso.
Aunque, si incluso el comportamiento modélico de Ferrni había
suscitado dudas, por su origen italiano y por haber tratado con
Pontecorvo, ¿qué se podía esperar?
154 CAMINO AL FERMILAB