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NUEVOS AIRES PARA FERMI
Ferrni necesitaba ver mundo, alejarse de una comunidad científica
algo anquilosada. Al volver a Roma, el director del departamento
de Física de la Universidad de Roma, Orso Mario Corbino, le ani-
mó a realizar una estancia becado en Alemania, junto al físico y
matemático alemán Max Born (1882-1970). A su llegada a Gotinga
en el invierno de 1923, Ferrni recibió la hospitalidad de Born y su
familia. Sus rudimentos orales de alemán tuvieron que mejorar en
poco tiempo. Allí Ferrni conoció a destacados jóvenes científicos
como Werner Heisenberg o Pascual Jordan, con los que apenas
tuvo relación. Fermi venía de una Italia donde predominaba la
física experimental y en la que sus teorizaciones destacaban; en
cambio, en Alemania se había progresado - hasta filosofar-
en física teórica y él era uno más en aquel entorno de mentes
privilegiadas.
Publicó entonces una serie de excelentes trabajos en mecá-
nica analítica que llamaron la atención del físico austriaco Paul
Ehrenfest (1880-1933), al conectar esta disciplina con la mecánica
cuántica. Tras publicar «Algunos teoremas de mecánica analítica
importantes para la teoría cuántica», Fermi logró aplicar los prin-
cipios de Ehrenfest con la cuantización de problemas de tres cuer-
pos y el interés de Ehrenfest fue tal que se carteó con él durante
el otoño de 1923, de manera que cuando en 1924 Fermi consiguió
una beca Rockefeller, gracias a la influencia del matemático Vito
Volterra, no lo dudó y decidió recalar en Leiden junto a Ehrenfest.
De vuelta en Roma, Ferrni publicó «Sobre la probabilidad de los
estados cuánticos», quizá una de sus mayores contribuciones a la
mecánica cuántica.
En el verano de 1924, de vuelta a Roma por vacaciones, En-
rico conoció a una bella joven de dieciséis años: Laura Capan.
Tras un ameno paseo entre amigos, Laura acabó de portera del
equipo de Fermi en un partido de fútbol. Pese a su enorn1e ma-
durez intelectual, Fermi no era más que un muchacho que aún no
había cumplido veintitrés años. Una chispa chisporroteó. Ambos
no se volverían a encontrar hasta dos años más tarde, cuando sus
funciones de onda colapsaron de nuevo.
UN MUNDO DE FERMION ES 41