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EL PRINCIPIO DE ARQUÍMEDES
                     Y LA CORONA DEL REY HIERÓN

                     Antes de presentar o recordar el principio de Arquímedes comen-
                     zaremos contando la historia que suele relatarse para hablar de
                     dicho  resultado.  Tras  el  relato,  se  enunciará dicho  principio,
                     usando alguna relación matemática que servirá además para ana-
                     lizar,  a posteriori, la historia introductoria. Finalmente se hará
                     algún comentario acerca del tratado donde Arquímedes dejó es-
                     critas sus ideas sobre flotabilidad.
                         Hierón, el tirano de Siracusa y pariente de Arquímedes, en-
                     cargó una guirnalda de oro a un joyero siracusano, para lo cual le
                     dio la cantidad de metal necesario. Sin embargo, cuando recibió
                     el encargo, sospechó de la autenticidad de la corona, pues pen-
                     saba que el artesano no había usado todo el oro, sino que la adul-
                     teró con plata para quedarse  con la diferencia.  Fue entonces
                     cuando Hierón tuvo la genial idea de convocar a Arquímedes para
                     presentarle sus sospechas, para ver si con sus astutos razona-
                     mientos podía resolver el problema. El genio no respondió en el
                     momento, sino que prometió meditar sobre los hechos para en-
                     contrar un método que le diera la clave con la cual dilucidar el
                     material utilizado.
                         Un  día,  en unos baños públicos, Arquímedes vio  cómo se
                     derramaba el agua de su bañera hacia el exterior, dándose así
                     cuenta de  cómo investigar la naturaleza de  la guirnalda.  Tal
                     fue su alegría que saltó de la bañera y su reacción fue salir co-
                     rriendo por las calles de Siracusa, desnudo, gritando: «¡Eureka!,
                     ¡eureka!»,  es decir, «¡Lo he encontrado!, ¡lo he encontrado!». Lo
                     que había hallado fue lo que se conoce como «principio de Ar-
                     químedes». Parece ser que el joyero había intentado estafar al
                     tirano, como demostró Arquímedes. En la actualidad, todavía se
                     usa el término «eureka» para hacer referencia al momento de la
                     resolución de un problema.
                         Es bastante improbable que Arquímedes se paseara en paños
                    menores por su propia ciudad gritando en todas direcciones como
                    un enajenado. Sin embargo, la leyenda parece que se sustenta en
                    algún hecho real, pues la detallan varios historiadores. El testimo-





         40         iEUREKA!
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