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Muros. Historia viva
















                             Molino de mareas




                              «Pozo do Cachón»




                      ste molino de marea se encuentra en el llamado barrio de La Acea, en
                      la parroquia de Serres. Ocupa la desembocadura del río Valdexería,
               Eque se puede cruzar a pie por un puente de piedra que da acceso al edi-
            ficio y se extiende desde el comienzo de dicho barrio hasta el barrio de Anido, al
            otro lado de la desembocadura. También se puede llegar por la pequeña carretera
            que nace frente al Colegio Ramón Artaza y termina en un pequeño parque que
            forma parte del complejo que incluye este importante lugar de interés turístico.

                 El molino fue construido en un terreno que el gremio del mar le regaló a
            don Ignacio Pérez Bazarra para que lo utilizase con el objetivo, según el informe
            emitido por el gremio en consulta con la ayudantía de marina, de evitar que los
            catalanes hiciesen una obra allí destinada como almacén o depósito de bienes,
            con la intención de utilizarlo como punto de extracción de la materia prima del
            Ayuntamiento.
                 Cierta empresa catalana había intentado durante algún tiempo introducirse
            en la Villa, ofreciéndose a construir, en esa misma zona, unos molinos de marea.
            Sin embargo, no pudieron llevarlo a cabo, ya que el sitio fue designado por el
            gremio del mar para hacer un refugio para sus barcos. Pero, cuando el trabajo del
            puerto estaba casi por la mitad, el capitán general de la marina otorgó a los cata-
            lanes el permiso para ejecutar la obra. Ante este revés, que les impidió continuar
            con el muelle, el gremio entregó las tierras a Don Ignacio Pérez para que pudiese
            llevar a cabo su proyecto anticipándose a los catalanes.
                 El trabajo tuvo que superar varias dificultades antes de llevarse a cabo. La
            principal la encontró don Ignacio ya antes de comenzar la construcción. Un tal
            Manuel Acuña, refugiado político que se encontraba en el convento de Louro,


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