Page 13 - Un Libro de Porqueria
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Recuerdo cuando se casó, yo tuve que ir de testigo, y el cura me da
    el sermón sobre mi importancia, que no debía mentir, etc., y la pri-
    mera pregunta, entre otras cosas, fue:
    ¿Cuánto hace que lo conoce? de chiquito le dije, crecí con él. (No
    miento, él siempre fue chiquito y yo, crecí, con el ).

    Cuando salimos de la parroquia, la Colo me dice “Sos un hijo de pu-
    ta, le mentiste al cura!!! Te quería matar!!!!”

       Y que le respondí? “Sos cómplice. No desmentiste nada”.

       Pero esto paso estando yo recibido, así que no quiero adelantarme.

       El casamiento del Pulga y la Colo fue mi obra maestra.
       Otro  clásico nuestro era  cuando  un  compañero  rendía o  hablaba
    con algún profesor, nos ubicábamos detrás del profesor y de frente a
    nuestro compañero/a y con el dedo índice, le indicábamos que tenía
    algo debajo de la nariz, sobre el labio.

       Nuestro compañero se rascaba y nosotros le indicábamos que era
    del otro lado.

       Y así lo teníamos un buen rato.
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