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Desde pequeño, siempre le tuve un aprecio único al colegio, mis padres me
recuerdan que cuando hablábamos del tema, siempre les decía que nunca
me cambiaran del San Ignacio, que cualquier cosa menos eso. Es imposible
resumir en media página todo lo que tengo para agradecer, a lo sumo, puedo
decir que estoy infinitamente feliz de haber conocido a tantas personas tan
especiales que me ayudaron a forjar mi camino como profesional, como
ciudadano y como persona, pues todos los que se cruzaron en mi vida me
han enseñado algo, y atesoraré esos recuerdos con mucha alegría. No puedo
negar que el 2020 ha sido especialmente difícil (y no me refiero a lo académi-
co), ya que nos perdimos de muchas cosas que soñábamos con vivir en
nuestro último año, pero haber perdido esas oportunidades me ha abierto los
ojos para valorar todo aquello que pude disfrutar con mis compañeros en
grados anteriores y para anhelar todo lo que me espera en el futuro, con la
promesa de sacarles todo el provecho que pueda; además, utilicé todo este
tiempo que nos regaló la pandemia para cumplir algunos proyectos que en el
pasado veía como lejanos o imposibles. Solo me queda por decir que mi
tiempo en el colegio fue inolvidable, y que espero que las generaciones que
sigan entrando sean tan felices como lo fui yo.