Page 6 - selim
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-Ven,   Yazi -le dijo cariñosamente.


           Lo  cogió  en  brazos y frotó  su  nariz  contra  el
           suave pelo.  ¡Estaba tan templadito!


           -¿Estás    contento   de  trabajar  conmigo?   -le
           preguntó  en  el  hueco  de  una  de  sus  grandes
           orejas rosadas.


           Esto  hizo  cosquillas  en  la  sensible  oreja  de
           Yazi,  que  la  sacudió  de  forma  tan  graciosa
           que  Selim  se  echó  a  reír.  Puso  al  conejo  so-
           bre el tejadillo de la jaula y le dijo:


            -Espero,   Yazi,  que  recuerdes    bien  lo  que
           has aprendido.


           Yazi  lo  miró  con  sus  ojos  rosas,  moviendo  su
           naricilla y sus largos bigotes.


            -Tu  misión  es  muy importante -continuó     Se-
           lim-.  Tienes que adivinar la  pena o la preocu-
           pación  de  mi  cliente  y  elegir  la  papeleta  que
           lo consolará.  El viejo Salih es muy sabio;  sabe
           qué  frases   consuelan    o  dan  ánimos.   Pero
           quien  las  reparte  eres  tú,  así  que  no  lo  olvi-
           des.  A  mí  me  llaman  el  vendedor  de  alegría,
           pero, en el fondo, no pinto nada.


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