Page 11 - selim
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—Estoy seguro de que Yazi      le elegirá  la  pape-
         leta  que  le  conviene  -respondió    Selim   con
         amabilidad.

         —De acuerdo,     aquí tienes tus  diez  kourouchs
         -replicó  la  anciana-.  Te  serán  más  útiles  que
         a mí.


         Selim cogió la moneda de la palma descarnada
         de la mujer y presentó el cajoncito a Yazi, que,
         sin vacilar,  sacó  una papeleta de color rosa.


         Desenrolló el  papel y leyó:


         —«Cada     minuto que pasa     es como la    ostra
         que esconde una perla llena de brillo. Abre la
         ostra, toma la perla y al anochecer tendrás un
         collar entero.»


         El  niño  levantó  la  mirada  hacia  la  anciana.  No
         entendía   bien  lo  que  significaba  aquel  conse-
         jo del viejo Salih.  Pero la mujer sonreía.

         —Mira -dijo ella-  El sol calienta ahora  las cúpu-
         las de la mezquita. Están acurrucadas unas con-
         tra  otras  como  una  carnada  de  gatitos  recién
         nacidos.  ¿No te parecen muy lindas, vistas así?


         Le guiñó un ojo.



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