Page 8 - selim
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Dejó una moneda sobre la mesa. Selim sacó
un estrecho cajón que encajaba en la parte
inferior de la jaula y lo puso delante de Yazi.
Unos papelitos de distintos colores, cuidado-
samente enrollados y metidos cada uno en
una ranura, aparecieron puestos en fila. Yazi
paseó su sonrosada nariz entre las papeletas,
a la derecha, a la izquierda, a la derecha otra
vez... ¿Cuál elegiría? Selim y la señora gorda
lo miraban interesadísimos.
Al final, Yazi no se decidió ni por el papelito
verde ni por el azul. Eligió el amarillo para
aquella señora, lo agarró con los dientes, echó
la cabeza hacia atrás para sacarlo de su ranura,
y lo puso en la palma de Selim.
No todos los clientes sabían leer, sobre todo
los más viejos, ya que en Turquía no hace
mucho tiempo que es obligatorio ir a la es-
cuela, de modo que el niño tenía la costum-
bre de leer los mensajes en voz alta.
Desenrolló el papel con cuidado y descifró:
-«Si tu pastel se ha quemado, no lo sirvas en
Ia mesa. Tíralo y prepara otro. Tu trabajo se
verá compensado por la alegría de los tuyos.»
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