Page 74 - selim
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—Sírvase un buen trozo. Por desgracia, mi
mujer no hace tortas con mucha frecuencia,
pero a partir de ahora, cada vez que prepare
una, tendremos un pedazo para ustedes dos.
—¡Hmm! ¡Qué cosa tan rica! -dijo Zuffu en-
tre bocado y bocado-. Papá siempre me dice
que no debo ser goloso, pero, la verdad, aho-
ra no lo puedo remediar. ¡Y estoy encantado
con lo que acaba usted de decirnos, señor!
La franqueza con que hablaba Zuffu les hizo
tanta gracia que todos se echaron a reír.
—Ése es el mejor piropo que podías echarle
a mi mujer -dijo padre-. No tengas cuidado,
que no me olvidaré de lo que te he prometi-
do. Y tú, Selim, come también. Tenemos que
acabar con esa anemia...
—Precisamente -dijo el señor Averi-, tengo
una proposición que hacerle. He venido tem-
prano porque me voy a llevar a Zuffu de vaca-
ciones esta misma tarde. Me daría usted una
verdadera alegría si me permitiera llevarme a
Selim con él, como compañero de juegos.
—¿Cómo? -preguntó padre, y sus bigotes
temblaron de sorpresa.
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