Page 217 - Donde termina el arco iris
P. 217

CECELIA AHERN                                                             Donde termina el Arco Iris
                       cuando supo que estaba embarazada y que no regresó hasta que Katie tenía
                       trece   años.   No   acaba   de   convencerme   esta   definición   de   «responsable».
                       Además, trabajará de noche, así que ya me contarás cómo hará para saber lo
                       que Katie anda haciendo.
               RUBY: Lo bueno de que Brian sea su padre es que es propietario de una discoteca de
                       mala muerte en una parte de la isla donde ha tenido ocasión de ver lo que
                       suelen hacer los chicos de dieciséis años. No querrá que su hija se divierta de
                       esa manera. Te lo aseguro. Además, estará sola, y ¿cuánto puede desmadrarse
                       una chica que esté sola?
               ROSIE: ¿De verdad quieres que te conteste a eso? De todos modos, John estará con ella
                       unas   semanas   y   Toby   y   Monica   también   pasarán   allí   unas   vacaciones.
                       Además, tampoco puedo ponerme muy farruca porque Brian el Llorica se lo
                       ha organizado para pasar casi todo el año en Dublín por Katie y tiene que
                       estar allí durante el verano. Tiene que haber un poco de toma y daca, y Katie
                       todavía no conoce el hogar de su padre. Además, Brian dijo que se aseguraría
                       de que adquiriera un poco de experiencia como DJ mientras esté allí, cosa que
                       a ella le parece genial.
               RUBY: ¿Ya te has convencido lo suficiente?
               ROSIE: Caray, ¿ésa es la impresión que doy?
               RUBY: Sí.
               ROSIE:  Bueno, aun a riesgo de parecer una quejica (porque todos sabemos que no
                       tengo un pelo de quejica), este verano voy a estar muy sola. Hasta mi madre
                       pasará sólo una temporadita conmigo antes de volver a marcharse. Una gente
                       que ella y mi padre conocieron durante el crucero se ha puesto en contacto con
                       mamá. Están planeando un viaje a Suráfrica, donde tienen previsto pasar un
                       mes. Ese era el próximo sitio al que mi padre deseaba ir. Siempre veía los
                       documentales de National Geographic y juraba que un día se iría de safari. Y
                       ahora podrá cumplir su palabra, porque mi madre se llevará con ella sus
                       cenizas y las esparcirá entre los tigres y los elefantes. Está muy contenta con la
                       idea, así que no pienso interferir. Kevin, en cambio, está un poco molesto:
                       quiere tener un sitio al que podamos ir a visitar a papá, pero mamá insiste en
                       que esto es lo que papá hubiese querido. No entiendo por qué arma tanto
                       alboroto Kev. Casi nunca visitaba a papá cuando vivía. Aunque ahora que lo
                       pienso, quizá su problema sea precisamente ése.
                       Sea como fuere, mamá no quiere seguir sola en Connemara ni un minuto más,
                       así que se viene a pasar dos semanas conmigo antes de partir. Pero, después
                       de eso, todos se habrán ido. Mamá, papá, Katie, Steph, Kev y Alex. Estoy más
                       sola que la una y, como es verano y la escuela está cerrada, lo único que tengo
                       que hacer es estudiar.
               RUBY: ¿No crees que igual sea una señal de que tienes que conocer a más gente?
               ROSIE: Ya lo sé, ya lo sé. Estoy sola por decisión propia. Cuando tenía dieciocho años
                       la gente de mi edad quería hablar de chicos, no de bebés; a los veintidós
                       querían hablar de la universidad, no de niños pequeños, a los treinta y dos
                       querían hablar de bodas, no de divorcios, y ahora que tengo treinta y cinco y
                       por fin tengo ganas de hablar de hombres y estudios, la gente sólo quiere
                       hablar de bebés. He probado suerte en esas reuniones matinales en cafeterías;
                       he intentado charlar con otras madres mientras esperábamos a nuestros hijos a
                       la puerta del colegio. No dio resultado. Nadie me comprende como tú, Ruby.
               RUBY: Y hasta a mí me cuesta lograrlo. Eres única, Rosie Dunne, no hay dos como tú.
                       Pero estoy a tu lado y, a no ser que ocurra un milagro y Gary y yo nos
                       convirtamos en los campeones de salsa de Irlanda y volemos a Madrid para el







                                                                                                    - 217 -
   212   213   214   215   216   217   218   219   220   221   222