Page 14 - Luna de Plutón
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                                       EL ERROR DE CLAUDIA





       Apenas la puerta de la jaula quedó abierta, el león salió y le saltó encima a la niña,
  derribándola. En el suelo, y con las trenzas de su cabello como dos brazos extendidos

  a los lados, Claudia no perdía detalle de lo que hacía Knaach, quien decidió sentarse

  sobre ella.

       —¿Eso es todo lo que vas a hacer?
       El  felino  sonrió,  mostrando,  de  forma  coqueta,  sus  afilados  colmillos.  Extendió

  sus poderosos brazos para tomar la cabeza de la chica, levantarla, apretar sus cachetes,

  y luego estirarlos, como gomas de mascar. Su rostro parecía, por momentos, una masa
  de hacer pizza, mientras el león la amoldaba a su gusto. Dejó caer la testa de la niña al

  suelo y, haciendo una maroma casi acrobática, gritó «hop» y echó su cabeza sobre la

  de ella, acostándose de medio lado, como si se dispusiera a tomar una siesta. Y así fue

  como todo quedó nuevamente en silencio.
       A un costado de la frente de Claudia empezó a sobresalir una vena en forma de

  cruz.

       —¡Hey! ¡¡Pesas!! —protestó.

       La respiración de Knaach se estaba tornando lenta y suave, como la de un animal
  que duerme.

       —¡Levántate ahora mismo!

       —Hmmmmmm…
       —¡Te dije que te levantaras!

       —¿Por qué? —preguntó el león, molesto.

       —Haces que me cueste respirar… —contestó, con la cara tornándosele cada vez
  más roja.

       Hubo silencio.

       —En verdad, peeeesas…

       El león se levantó, y se sentó frente a ella.
       —Si  hubieras  sido  un  león  grande,  probablemente  me  hubieras  asfixiado  —

  repuso, poniéndose de pie.

       —SOY un león grande.

       —¡Hohohohoh! Pues eres pequeño.
       —No —corrigió Knaach—. Eres tú quien es demasiado grande.
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