Page 14 - La teoría del todo
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Nuestro  Sol  y  las  estrellas  cercanas  son  parte  de  un  vasto  conjunto  de  estrellas
           llamado  Vía  Láctea.  Durante  mucho  tiempo  se  pensó  que  esta  galaxia  era  todo  el
           universo.  No  fue  hasta  1924  cuando  el  astrónomo  norteamericano  Edwin  Hubble
           demostró que la nuestra no era la única galaxia. De hecho, había muchas otras, con

           enormes regiones de espacio vacío entre ellas. Para demostrarlo, tuvo que determinar
           las  distancias  a  estas  otras  galaxias.  Podemos  determinar  la  distancia  a  estrellas
           cercanas observando cómo cambia su posición cuando la Tierra gira alrededor del
           Sol. Pero otras galaxias están tan alejadas que, a diferencia de las estrellas cercanas,

           parecen realmente fijas. Por eso, Hubble se vio obligado a utilizar métodos indirectos
           para medir las distancias.
               El brillo aparente de una estrella depende de dos factores: su luminosidad y la
           distancia  a  la  que  está  de  nosotros.  En  el  caso  de  las  estrellas  cercanas,  podemos

           medir tanto su brillo aparente como su distancia, de modo que es posible calcular su
           luminosidad. A la inversa, si conociéramos la luminosidad de las estrellas en otras
           galaxias podríamos calcular la distancia a la que están midiendo sus brillos aparentes.
           Hubble argumentó que había ciertas clases de estrellas que, cuando se encontraban lo

           bastante  próximas  a  nosotros  para  que  se  pudieran  medir  directamente,  tenían
           siempre  la  misma  luminosidad.  Por  consiguiente,  si  encontráramos  estrellas
           semejantes  en  otra  galaxia  podríamos  suponer  que  también  tendrían  la  misma
           luminosidad.  De  este  modo  podríamos  calcular  la  distancia  a  dicha  galaxia.  Si

           pudiéramos  hacerlo  para  varias  estrellas  en  la  misma  galaxia,  y  nuestros  cálculos
           dieran  siempre  la  misma  distancia,  podríamos  tener  bastante  confianza  en  nuestra
           estimación. Procediendo así, Edwin Hubble calculó las distancias a nueve galaxias
           diferentes.

               Hoy sabemos que nuestra galaxia es solo una entre los aproximadamente 100 000
           millones de ellas que pueden verse utilizando telescopios modernos, y cada galaxia
           contiene unos 100 000 millones de estrellas. Vivimos en una galaxia que tiene unos

           100 000 años luz de diámetro y está rotando lentamente; las estrellas de sus brazos
           espirales giran alrededor de su centro aproximadamente una vez cada 100 millones de
           años.  Nuestro  Sol  es  tan  solo  una  estrella  ordinaria,  amarilla  y  de  tamaño  medio,
           próxima  al  borde  exterior  de  uno  de  los  brazos  espirales.  Ciertamente  hemos
           recorrido un largo camino desde Aristóteles y Ptolomeo, cuando se creía que la Tierra

           era el centro del universo.
               Las  estrellas  están  tan  lejos  que  nos  parecen  simples  puntos  luminosos.  No
           podemos determinar su tamaño ni su forma. Entonces, ¿cómo podemos distinguir las

           diferentes clases de estrellas? Para la inmensa mayoría de las estrellas, hay solo una
           característica precisa que podemos observar: el color de su luz. Newton descubrió
           que si la luz procedente del Sol atraviesa un prisma se descompone en sus colores
           componentes —su espectro— como en un arco iris. Del mismo modo, enfocando un
           telescopio hacia una estrella o una galaxia individual podemos observar el espectro

           de la luz procedente de dicha estrella o galaxia. Estrellas diferentes tienen espectros



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