Page 9 - Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA.
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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.






                                                       Dedicatoria


                         A  mis  tres  nonagenarias  (octogenarias)  hermanas:  Panchita,  Juanita  y  Tula

                  Villarroel Romero, quienes, al parecer, cuidaron de mis días azules…


                         A Tico  y a  Luis Alberto Villarroel Romero (en el  recuerdo),y a Simón José, mis
                  queridos hermanos, quienes me antecedieron a este arribo terrenal…


                         A Romelia Rodríguez, quien ya se ha eternizado en mi existencia y es copartícipe de

                  la felicidad que depara el haber compartido responsabilidades en la formación de nuestros
                  cuatro hijos: Francisco Javier, Romely Thais, Fidel Ernesto y Jairo Daniel, ya que son ellos

                  los  que  verdaderamente  representan  la  prolongación  de  nuestra  existencia,  al  igual  que

                  Mónico Enrique (en el recuerdo) y a Petra Leonor (en la distancia) …

                         A ellos también va esta sincera dedicatoria de la publicación de las páginas de este

                  opúsculo…


                         A mis nietos, singularmente a Mónica Daniela, excelente transcriptora y diseñadora

                  de estas páginas…

                         A la Asociación de Comerciantes de Altagracia, ese puñado de hombres y mujeres

                  quienes no escatiman esfuerzo en pro de atender y mejorar las necesidades socio-culturales
                  de nuestro terruño (Altagracia)…


                         A  la  juventud  estudiosa  del  pueblo,  a  quienes  recuerdo  que  ellos  constituyen  la

                  levadura moral de la población y, además, les digo con frases de Don Simón Rodríguez que

                  recuerden: “Que la ignorancia es más de temer que la pobreza” …

                         A  todos  los  pobladores  de  este  terruño  que  un  día  me  vio  nacer  y  en  cuyas

                  empedradas y polvorientas calles  transcurrieron mis felices años infantiles y juveniles,
                  enseñándome, además, a valorar afectos y querencias…


                                                                                                   F. V. R.
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