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Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica                                             1° Secundaria


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               SEMANA


            La  familia  constituye  un  conjunto  de  individuos  unidos  a  partir  de  un  parentesco.  Estos  lazos,  dicen  los
            expertos, pueden tener dos raíces: una vinculada a la afinidad surgida a partir del desarrollo de un vínculo
            reconocido a nivel social (como sucede con el matrimonio o una adopción) y de consanguinidad (como ocurre
            por ejemplo con la filiación entre una pareja y sus descendientes directos).

            La familia es un „centro de amor‟, donde reina la ley del respeto y de la comunión, capaz de resistir a los
            embates de la manipulación y de la dominación de los „centros de poder‟ mundanos”.

            “En el hogar familiar, la persona se integra natural y armónicamente en un grupo humano, superando la falsa
            oposición entre individuo y sociedad. En el seno de la familia, nadie es descartado: tanto el anciano como el
            niño hallan acogida. La cultura del encuentro y el diálogo, la apertura a la solidaridad y a la trascendencia
            tienen en ella su cuna”.

            “Por  eso,  la  familia  constituye  una  gran  „riqueza  social‟.  En  ese  sentido,  cabe  subrayar  dos  aportes
            primordiales: la estabilidad y la fecundidad”.

            Las familias son columnas de una sociedad sana. Cuando sucede lo contrario se resquebraja la armonía, se
            pierden las ganas de vivir, el caos lo invade todo.

            Ciertamente la mayoría de las familias merecen mejor opinión de la que con frecuencia se tiene de ellas.

            Pero  no  cerremos  los  ojos  frente  a  ciertas  señales  evidentes  de  peligro.  Frecuentemente  el  crimen  está
            ligado directamente con el fracaso de la vida familiar.

            Es  por  eso  que  cada  familia  debe  reconocer  su  responsabilidad  ineludible  para  la  buena  marcha  de  esa
            sociedad donde actuamos y vivimos y que siempre queremos mejor.

            Para  ello  es  necesario  el  aprecio  mutuo  entre  los  papás;  también  cuando  pasan  los  años  se  ven  muchas
            veces, sólo cosas negativas que antes se disculpaban, se toleraban...

            SER SINCEROS. Imprescindible es el consultarse mutuamente y siempre que sea  necesario, compartiendo
            abierta y confiadamente las opiniones. Sinceridad en todo, sin secretillos de ninguna naturaleza, que suelen
            acarrear un maremoto de celos de imprevisibles consecuencias para la paz del hogar.

            Es necesario mirarse el uno al otro como personas y no únicamente como "padres". Debe resaltar siempre lo
            bueno, corrigiendo con cariño y comprensión los desaciertos.

            Jamás una reprimenda, o "decirse cositas" frente a los hijos... ¡porque eso no lo olvidarán jamás! También en
            cuanto a la educación de los hijos deben hacerse un plan y trabajar los dos mancomunados, unidos... pues si
            uno dice "si", y el otro dice "no", desconcierta... si una parte permite todo, o desacredita y la otra parte trata
            de poner un orden en la vida familiar, desorienta a los hijos que generalmente se sienten heridos en el alma, o
            tratan de sacar "ventajitas" de las desavenencias de sus propios padres...

            PREVENIR.  Nadie  en  la  vida  está  libre  de  momentos  desagradables,  pero  es  necesario  prevenir,  medir  las
            palabras  y  actitudes,  pensando  en  las  consecuencias;  la  bondad,  el  perdón,  el  diálogo  y  muchas  veces  el
            silencio antes que las palabras fuera de lugar. Son piezas claves para la armonía familiar. Conviene recordar
            aquí lo que decía San Francisco de Sales: "caza más moscas una gota de miel que un barril de vinagre.

            Desastres  familiares  provienen  generalmente  de  cosas  pequeñas  que  se  amontonan  y  nunca  se  quiere
            enfrentar y aceptar para darle adecuada solución... y luego resulta tarde. Un divorciado confiaba esto: "Hubo
            en mi matrimonio malos ratos que yo pensaba que eran intolerables... hasta que he descubierto que la vida es
            más intolerable sin ellos". Al respecto aconsejaba el cardenal Feltin: "Que los esposos no se hagan ilusiones:
            la felicidad que los esposos encontrarán en el hogar será siempre fruto de una renuncia recíproca. El amor
            tendrá que ser purificado y cultivado siempre, debe construirse sin descanso, no existe un estado definitivo,
            una conquista definitiva del amor".




              do
             2  Bimestre                                                                                -236-
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