Page 248 - Libro Medicina 24/7
P. 248

lo importante es el logro conseguido, producto del camino recorrido, y                                  ESTIGMAS DE UN LUGAR
            en lo que me he convertido con esfuerzo y sacrificio. Gracias familia y
            amigos por siempre apoyarme, mucho más durante el internado; no lo
            hubiera terminado sin su ayuda, amor eterno y aliento a distancia.                          Esto ocurre un año atrás desde la fecha de escritura de estas líneas,
               Los sueños son para cumplirlos, no para abandonarlos. Las oportu-                      mayo 2020, luego del sorteo y elección de plaza para cumplir con el año
            nidades están para aprovecharlas, no para dejarlas pasar creyendo que                     de medicina rural.
            habrá otras. El momento es ahora, no mañana, ni en tres meses. Es tras-                     Pensé, en su momento, que me equivoqué en la decisión tomada en
            cendental disfrutar de la aventura llamada internado.                                     relación con el lugar donde viviría aquella etapa del proceso de forma-
                                                                                                      ción; sin embargo, fue lo mejor que me pasó, ya que la vida me ubicó en
                                                                                                      el sitio preciso, con las personas correctas en un momento determinado
                                                Autora: IRM. Gema Intriago                            que me haría crecer de manera notable.

                                                                                                        La localidad es a cuatro horas de distancia de mi hogar. Locación con
                                                                                                      abundante vegetación, de clima tibio, cuya población está conformada
                                                                                                      por compatriotas de las diferentes  provincias del territorio  nacional.
                                                                                                      Desde el terminal, en el único bus que llegaba al destino, partí un jueves
                                                                                                      hacia  allá, cargando la maleta, un colchón,  incertidumbre,  ansiedad  y
                                                                                                      miedo sin saber a dónde iba a llegar, ni cómo iba a pasar la noche, entre
                                                                                                      otras consideraciones.

                                                                                                        Luego de tres horas y media de viaje, me acerqué a uno de los pocos
                                                                                                      pasajeros que quedaba en la unidad, para preguntarle dónde quedaba la
                                                                                                      población. “Una parada antes que el bus termine su recorrido” fue su
                                                                                                      amable respuesta, la que obviamente me dejó en las mismas condiciones
                                                                                                      originales ante el desconocimiento de la ruta y sus componentes; por lo
                                                                                                      tanto, estuve atento al trayecto todo el tiempo, el mismo que estaba ma-
                                                                                                      tizado de lluvia, densa neblina y la oscuridad de la noche. A la hora de la
                                                                                                      hora, quedábamos el chofer y yo, a quien le consulté sobre cuánto faltaba
                                                                                                      para llegar; “Ya nos pasamos un poco” me contestó. Tomé mi equipaje y
                                                                                                      me bajé de inmediato, casi al vuelo.
                                                                                                        Para dar con la dirección, caminé quince minutos y el objetivo era en-
                                                                                                      contrar el centro de salud, de una vez, para presentarme. Empapado llegué
                                                                                                      al umbral de la puerta, a la que salieron a recibirme, de manera educada,
                                                                                                      efusiva y hospitalaria, tanto el médico, como la licenciada y un profesor
                                                                                                      de inglés, que vivían allí. Sus primeras palabras fueron: “¡Juntos vamos
                                                                                                      a hacer de este sitio el mejor lugar de trabajo, con el mejor equipo!” Sin
                                                                                                      duda alguna fue reconfortante escuchar de sus voces aquello, así como el
                                                                                                      recibimiento brindado.
                                                                                                        Cumplidas  dos semanas,  llegó  una  señora  gritando  por  ayuda;  sí,
                                                                                                      gritando. Me le acerqué para ver de qué se trataba y me llevó a otro
                                                                                                      sitio, en el cual encontré a un señor acostado en una cama, con dificultad
                                                                                                      para respirar, sudoración profusa y desesperado. Sobre la marcha le pre-
                                                                                                      gunté su nombre, sin recibir respuesta; insistí y me contestó de manera
                                                                                                      equivocada, lo que me indicó su estado de confusión. La lectura de sus

              248                                     Regreso al Indice                               Regreso al Indice                                      249
   243   244   245   246   247   248   249   250   251   252   253