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EL MIEDO, TE FORTALECE O TE
                                     DERRUMBA



                  Alguna vez en las aulas de la facultad, durante el pregrado, segura-
               mente todos memorizamos el significado de PANDEMIA; fue tan fácil
               y sencillo como: “la extensión de una enfermedad”. Jamás imaginé que
               pudiera llegar a pasar; menos aún, con nosotros como involucrados.

                  Atravesamos una catástrofe a nivel mundial. El primer caso reportado
               en nuestro país pasó desapercibido, para muchos sin importancia, y con-
               forme avanzaron los días el contagio aumentó de manera considerable.
               Es importante señalar que trabajo como médico residente, alrededor de
               un año, en un hospital de tercer nivel, y en conjunto con los directivos
               de mencionada institución nos preparábamos para lo que no tardaba en
               llegar; así, tuvimos nuestro primer posible contacto en las instalaciones.
               Había empezado el tiempo de cuarentena, iban exactamente ocho días
               de la misma; como médico, hijo, hermano y tío, me preparaba, y a los
               míos, para lo peor. Fue entonces cuando decidí aislarme; pensé: “Tengo
               que infectarme, muy probablemente llegue a suceder, pero ellos no, mi
               familia tiene que estar a salvo”. Pasaban los días, y sentía que al miedo
               debía tenerlo como aliado, sin más; pero había situaciones en las que eso
               no era posible, sobre todo, cuando tenía que enfrentarme a la “amenaza”,
               aquella que usaba como víctima al ser humano, “a mis pacientes”; en-
               tonces hacerle frente era la única opción, luchando junto a mis colegas.

                  El apoyo de mi familia ha estado, y estará, siempre presente sin ex-
               cepción. Recuerdo un domingo de la cuarentena, más no cuántos días
               habían transcurrido, en el área de hospitalización, cuando me quebré.
               Aquella noche, de repente, entré en llanto, sentía venir un huracán, el
               peor de ellos; pensaba en mi familia, en mi madre, me preguntaba a mí
               mismo “¿En qué momento sucedió todo esto?”, sin haber estado pre-
               parados, en lo más mínimo, para algo similar. Fueron los mensajes de
               texto de mis seres queridos al igual que mi compañera de piso quien me
               auxilio. Es que muchas veces, en general, decidimos armarnos de valor y
               seguir, pero siempre hacen falta palabras de aliento para hacerlo, más en
               circunstancias como esta.

                  ¿Los médicos somos héroes? yo no lo veo así; somos seres vulnera-
               bles, que necesitamos apoyo. Me di cuenta de que el mundo en general,
               dependía de un policía, un militar, un agente de tránsito, una cajera; y
               que los mejores diplomáticos, tenían que permanecer en sus casas, para
               salvaguardar sus vidas y las de los suyos, y básicamente en eso consistía
               la cuarentena.
                  El Covid19 era, y sigue siendo, nuevo para todos. En el hospital nos


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