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EL DÍA A DÍA DE UN MÉDICO, SUS SUEÑOS
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                  Del tiempo que llevo ejerciendo como médico, encontrarán a conti-
               nuación vivencias que, con una mezcla de emociones, he palpado y me
               han forjado un carácter fuerte. Con profunda FÉ en que DIOS escucha
               siempre mis plegarias, recuerdo que le oraba pidiendo que deseaba estar
               en lugares donde más me necesiten. Y es así como:
                  Hace ya varios años cursé el año de servicio rural en la provincia
               de Azuay, en un lugar alejado de mi hogar. Mi paso por allí me per-
               mitió entender que la verdadera necesidad está presente donde la gente
               no puede salir a pagar una cita médica particular y tiene que adaptarse a
               la medicina proporcionada por el Estado. Tuve gente muy agradecida de
               mi servicio y la experiencia fue extraordinaria; sin embargo, existieron
               variables que no ayudaban en el trabajo cotidiano, como el exceso de
               trámites burocráticos, inclusive por cada paciente atendido. También las
               largas horas de viaje para llegar al sitio de trabajo y no disponer de tec-
               nología como señal telefónica o internet, que me impedían comunicarme
               con mis seres queridos. Además, la demanda de que el médico habite en
               el mismo lugar de su servicio rural, lo que fue complicado, porque no
               había la infraestructura necesaria para tal efecto.

                  Al terminar dicho año mi único deseo era descansar. Pero los planes
               que uno realiza no son los mismos que se presentan. Se me ofreció la
               oportunidad de trabajar en un Hospital Gineco – Obstétrico de la pro-
               vincia de El Oro, la misma que se convirtió en un gran reto ya que, en
               mi formación de pregrado, no tuve la oportunidad de asistir a una sala de
               partos dada la gran cantidad de compañeros que hubo en mi rotación en
               la sección de internado rotativo.
                  Debida a mi poca experiencia en esa rama de la ginecología, tuve
               mucha incertidumbre en lo que iba a pasar en mi vida, pero fue allí donde
               obtuve mi mayor experiencia por 4 años. Mis planes siempre fueron:
               hacer 2 años de residencia médica y entrar al posgrado, algo que sigo
               intentando desde el último día que salí de la rural, habiéndome postulado
               ya en varias ocasiones.

                  Destinada a laborar en el área de ginecología, me presenté a la Jefa
               de Residentes, quien era una doctora de unos 30 años de experiencia y
               capacidad resolutiva. En el contexto del hospital, trabajaron por muchos
               años en un lugar improvisado, una casa antigua a la que adaptaron como
               maternidad; sin embargo, con el cambio de gobierno, consiguieron pre-
               supuesto para una gran construcción, al tiempo que crearon la necesidad
               de contratar médicos para la nueva funcionalidad. De tal manera, logré


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