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ya habían solicitado la evacuación del personal nombrado; sin embargo, ¡Decidí quedarme!
yo me resistía a salir del quirófano porque tenía a dos recién nacidos y Aquella noche, de los cinco neonatos que recibí durante el explosivo
con ellos, la responsabilidad de acompañarlos en esta situación.
turno (fue una guardia tranquila porque generalmente asistía de diez a
De todas maneras, se aplicó el protocolo correspondiente para eva- quince en condiciones normales), quedaban dos en observación en el área
cuar a los neonatos junto a sus madres, así como a todos los procesos no de quirófano, ya que hubo dos cortes de luz y, por alguna razón, el gene-
emergentes que se encontraban en quirófano. Cumplidos estos pasos el rador de energía del hospital no se activó dentro del tiempo establecido.
jefe de quirófano me pidió que me retire también. Manifesté mi deseo de Pude juntar a uno de ellos con su madre, mientras que al otro de ellos lo
quedarme asistiéndolo en la cirugía que estaba próxima a iniciar, pero asistí con el método de “Mamá Canguro”, ya que la termo-cuna no tenía
de manera enfática y contundente me agradeció recalcando que no era carga, y su progenitora había sido trasladada al área de hospitalización
necesaria mi presencia. ginecológica. Así concluyó mi último turno como interno rotativo de me-
Ya afuera, en las otras dependencias me encontré con el personal ad- dicina, una gran experiencia desde toda perspectiva.
ministrativo, y entre ellos el director asistencial. Todos me dijeron que El día lunes, al recolectar las firmas necesarias por haber culminado
los cuatro internos pendientes debíamos abandonar de manera obliga- la rotación, la tratante de Neonatología se me acercó, me felicitó y ma-
toria el lugar, por el pedido expreso, ya comentado, de las universidades. nifestó: “Nunca cambie ese fervor que tiene por su trabajo. Esas son
Sin más, intenté salir, pero la Policía Nacional tampoco permitía dejar cosas que se ganan con acciones y marcan para toda la vida”. Ella, una
el lugar. Era un momento confuso y por supuesto, atípico e inesperado. de las personas más duras y complicadas de dicho servicio, y quizás del
Llegaron los tratantes de emergencia y nos convocaron a los funcio- hospital, me colocó la nota máxima, además de decirme muchas cosas
narios que aún estábamos en la casa de salud con el propósito de in- buenas que se sintetizan en lo que acabo de detallar.
dicarnos el protocolo de emergencia que se aplicaría para calmar a los Nos preparamos para todo, inclusive para muchos y diversos cuadros
pacientes que habían sido trasladados al patio trasero. emergentes. No obstante, nadie está dispuesto a empezar un turno normal
y culminarlo con una amenaza de bomba y todo lo que ello trajo consigo.
En este inusitado movimiento, ingresé al piso de pediatría y observé
que la residente de medicina, sola, estaba allí. Sucede que, como las ins- Durante todo el día recibí llamadas de familiares y de compañeros in-
talaciones de dicha especialidad son lejos del lugar de donde la bomba se ternos pidiéndome que salga del hospital, pero a pesar de todo, guardé la
encontraba, presuntamente, y al existir pacientes delicados, ella optó por calma y elegí quedarme.
mantenerse al cuidado de la gente a su cargo. La asistí en lo que pude y Como consejo, siempre se debe conservar la calma para brindar la
retomé el camino al patio llevando mascarillas quirúrgicas. mejor atención a los pacientes, quienes ponen sus vidas en nuestras
manos.
En el patio del hospital ya la angustia era prácticamente general y
en ningún momento se dejó de brindar asistencia a los presentes. Por “Ser más para servir mejor.”
un momento relevé a mi compañero Ayrton, quien daba ventilación con San Ignacio de Loyola.
dispositivo de ventilación Bolsa-Válvula-Mascara BVM, a un paciente
pediátrico de emergencia. De pronto, se escucharon explosiones. Fueron
tres en total, con intervalos de quince minutos entre una y otra, lo cual Autor: Md. Jorge Arnoldo Sánchez Vélez
impulsó el susto general. Luego supimos que la entidad encargada de
estas situaciones y su control, provocaron las detonaciones como parte
del proceso de desactivación de la bomba.
Cuando se nos indicó que podíamos reingresar, no dudé un segundo
en hacerlo, pese a que la disposición universitaria continuaba vigente.
Y qué bueno que lo hice, pues empezaba un parto y tenía que cumplir
con las acostumbradas tareas asignadas, además del gusto de hacerlo.
Superado el parto, mientras cumplía con el trámite de rigor, mi teléfono
volvió a sonar. Era el residente de neonatología, quien necesitaba saber si
me retiraba o no. Le contesté que contará conmigo en todo lo necesario.
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