Page 67 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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Cómo conservar la salud financiera         63


                      David registra las palabras que Dios le dirigió en un momento de
                   gran necesidad, en el Salmo 50. El Señor le recuerda que él es el Creador
                   y tiene el control del mundo, con las siguientes palabras: “Pues todos los
                   animales del bosque son míos, y soy dueño del ganado de mil colinas.
                   Conozco a cada pájaro de las montañas, y todos los animales del campo
                   me pertenecen. Si tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque mío es el
                   mundo entero y todo lo que hay en él” (Salmo 50:10-12).
                      David alaba a Dios por sus maravillas, cuando dice: “Oh Señor,
                   ¡cuánta variedad de cosas has creado! Las hiciste todas con tu sabidu-
                   ría; la tierra está repleta de tus criaturas. Allí está el océano, ancho e
                   inmenso, rebosando de toda clase de vida, especies tanto grandes como
                   pequeñas” (Salmo 104:24, 25).
                      El profeta Isaías agrega que el mundo pertenece a Dios no solo por
                   haberlo creado, sino también porque lo redimió: “Pero ahora, oh Jacob,
                   escucha al Señor, quien te creó. Oh Israel, el que te formó dice: ‘No ten-
                   gas miedo, porque he pagado tu rescate; te he llamado por tu nombre;
                   eres mío’ ” (Isaías 43:1).
                      Al crear este mundo, Dios se lo confió a Adán. El Señor otorgó el
                   dominio al primer hombre sobre toda la Creación (ver Génesis 1:26). Al
                   pecar, Adán renunció a su derecho a dirigir el planeta. Lucifer, el ángel
                   caído, usurpó ese dominio y reclamó autoridad sobre la Tierra. La Biblia
                   presenta a Lucifer como “príncipe de este mundo”, “el que gobierna este
                   mundo” y “el líder de los poderes del mundo invisible” (ver S. Juan 12:31,
                   NVI; 14:30; Efesios 2:2).
                      La vida sin pecado y la muerte sustitutoria de Cristo pagaron el
                   precio total del rescate por nuestro pecado. En la Cruz, el destino de
                   Satanás fue sellado y se garantizó la restauración del planeta Tierra (ver
                   Efesios 1:14; 1 Corintios 6:19, 20; S. Juan 12:31, 32).
                      Dios es el verdadero Dueño del mundo, tanto por creación como por
                   redención. Todo lo que tenemos es el regalo de su gracia. Somos mayor-
                   domos de los bienes que Dios nos ha confiado. Nosotros pertenecemos
                   a Cristo. Él nos creó y nos redimió. El mundo es suyo. El Señor creó
                   todas las cosas. Además, para rescatarnos de la usurpación del enemigo,
                   derramó su sangre en la Cruz.
                      Comprender el concepto de que Cristo nos creó y nos rescató marca
                   toda la diferencia. Nada de lo que tenemos nos pertenece. Moisés nos
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