Page 68 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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               advierte: “Acuérdate del Señor tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para
               obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus ante-
               pasados mediante un juramento” (Deuteronomio 8:18).
                  Los talentos que tenemos para ganar dinero provienen de Dios. La
               capacidad de trabajar proviene de Dios. Cada respiración que damos
               proviene de Dios. Es él quien abre puertas de oportunidad para que po-
               damos sobrevivir económicamente. Es nuestro Proveedor, Sustentador
               y Ayudador. Todo lo que tenemos es el regalo de su gracia. Todo lo que
               tenemos es suyo porque nos creó y nos redimió. Somos administradores
               de sus bienes; no propietarios. El apóstol Pablo aclara este tema con las
               siguientes palabras: “Ahora bien, alguien que recibe el cargo de adminis-
               trador debe ser fiel” (1 Corintios 4:2).
                  Un mayordomo es alguien que administra la propiedad, las finan-
               zas u otras áreas de la vida de otra persona. Somos los mayordomos de
               Dios. No somos dueños de este mundo ni de nada de lo que hay en él.
               Dios, el Creador, es el dueño de todas las cosas. Sin embargo, puso a
               Adán, Eva y sus descendientes a cargo de todo al darles “dominio” sobre
               todo lo creado, y los colocó “en el jardín de Edén para que se ocupara[n]
               de él y lo custodiara[n]” (Génesis 1:28; 2:15).
                  Pablo nos enseña que, en nuestro papel de mayordomos, tenemos la
               obligación de ser fieles en todo lo que administramos, incluidas las fi-
               nanzas. Jesús agrega: “Si son fieles en las cosas pequeñas, serán fieles en
               las grandes; pero si son deshonestos en las cosas pequeñas, no actuarán
               con honradez en las responsabilidades más grandes” (S. Lucas 16:10).
                  Cree que el Dios que te creó y te redimió se preocupa por ti y te sus-
               tentará. En Filipenses 4:19, encontramos una promesa maravillosa: “Y
               este mismo Dios quien me cuida suplirá todo lo que necesiten, de las
               gloriosas riquezas que nos ha dado por medio de Cristo Jesús”. A todos
               los administradores fieles, Dios les da la certeza de que suplirá sus ne-
               cesidades. Las necesidades de los hijos de Dios ya han sido satisfechas
               por el banco del Cielo. Jesús declaró: “Así que no se preocupen por todo
               eso diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ [...] o ‘¿qué ropa nos pondremos?’ [...]
               Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida
               justa, y él les dará todo lo que necesiten” (S. Mateo 6:31, 33).
                  Una pandemia no erradica las promesas de Dios. La COVID-19
               no borró la certeza de la Palabra eterna de Dios. Este coronavirus no
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