Page 73 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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Cómo conservar la salud financiera         69


                   invencible de Asiria se habían desvanecido como una sombra. Los ha-
                   bitantes de la nación estaban paralizados por el miedo. Se acercaba un
                   invasor enemigo y parecía que no había mucho que hacer al respecto.
                      En el momento de esta catástrofe, Isaías escribió: “El año en que mu-
                   rió el rey Uzías, vi al Señor sentado en un majestuoso trono, y el borde
                   de su manto llenaba el templo” (Isaías 6:1). En medio de una crisis, el
                   Trono del cielo no está vacante. Dios le aseguró a su pueblo que él tiene
                   todo bajo control. Él todavía es soberano. La crisis no toma a Dios por
                   sorpresa. Dios no nos deja solos en medio de nuestras mayores pruebas.
                      La pandemia puede atacar, pero Dios permanece sentado en su
                   Trono. Un enemigo invasor, un coronavirus, devastó la Tierra; pero
                   en estos tiempos difíciles, podemos aprender lecciones de confianza.
                   Cuando el miedo abandona la escena, dejando espacio para la confian-
                   za, la paz inunda nuestra vida. El profeta Isaías declaró una poderosa
                   promesa al pueblo de Dios. Su mensaje sigue resonando en los pasillos
                   del tiempo: “¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti;
                   a todos los que concentran en ti sus pensamientos! Confíen siempre en
                   el Señor, porque el Señor Dios es la Roca eterna” (Isaías 26:3, 4).
                      El sencillo secreto para sobrevivir a cualquier crisis que enfrentamos
                   es la confianza en que el Creador del Universo y Redentor del mundo
                   nos ama y se preocupa por nosotros, independientemente de lo que nos
                   esté afectando o lleguemos a enfrentar.
                      Cuando las enfermedades invaden nuestra Tierra, cuando nuestro
                   cuerpo arde de fiebre, cuando la vida parece desplomarse, aún podemos
                   confiar. Podemos creer que, por medio del Espíritu Santo, Dios está con
                   nosotros. Nos fortalece, nos alienta, nos apoya y nos da la esperanza de
                   un mañana mejor. Por lo tanto, podemos dirigir nuestra mirada hacia
                   el día en que la enfermedad, el sufrimiento y la angustia ya no existirán.





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