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En ese momento pensé: —Se supone que es

           una  oportunidad  para  los  viejos,  pero ¡Yo  no  la
           quiero!  Estaba  furioso  con  el  sistema  que  no
           consideraba  mis  opciones  y repetía  en  vos  baja

           solo para mí, —Aquí estoy a salvo de la violencia
           urbana, de
                  los problemas  para  conseguir  alimentos  y

           el dinero para pagar el alquiler, aquí estoy cómodo
           y seguro, acá está mi casa y dentro de ella la única
           familia     que conozco,         ¡Mañana        tendré      que

           marcharme!
                  El pánico a la libertad fue demoledor, tenía la
           boca seca y tartamudeaba. Era media noche y no
           podía       dormir,       todos       los      pensamientos

           se mezclaban y giraban dentro de mí. Atónito, con
           la mirada fija en el techo, esperaba que aflore una

           idea salvadora. De pronto hallé la solución, estando
           en libertad, esperaré la noche y no faltará que una
           de esas mujeres que deambulan por las aceras me
           done su infeliz vida para poder volver a mi hogar,

           en pocas horas estaré nuevamente de regreso en
           mi  cama,  feliz  y  sin  temores.  Con  ese  nuevo
           pensamiento me dormí.

                  A llegar el día, el guardia me condujo ante las
           autoridades  del  penal  y  después  de las  primeras
           horas  de  la  tarde  salí  a  la  ciudad,  al  bullicio

           ensordecedor.          No soportaba          esos        ruidos

                                                                         27
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