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suplicando          mi       auxilio       me         estrecho

           con desesperación.
                  -¡Esta  es  la  oportunidad  que  esperaba  para
           completar el plan!

                  Pensé,  mientras  apretaba  con  fuerza  el
           mango del arma. Con movimientos veloces la cubrí
           con mi ponchillo aferrándola con fuerza y sin darle

           tregua la arrastré hasta          un      frondoso       árbol.
           Seguidamente miré en derredor y no halle a nadie
           más, el silencio era absoluto, la quietud, perfecta.

                  Sin  dejar  de  sujetarla,  nos deslizamos
           apoyando  nuestras  espaldas  en  el  tronco  hasta
           sentarnos en la tierra húmeda. Descubrí el alba con
           los  trinos  de  las  aves,  aún  estoy  despierto  y

           alerta, empuñando  con  fiereza  la  chuza.  Pude
           observar  que  el  frío  había  cristalizado  el rocío,

           trasformando el paisaje en una escena irreal. Todo
           estaba cubierto con ese manto blanquecino, como
           si una copa de finos y perfectos diamantes se
                  derramara sobre           todos       esos      objetos

           inmóviles. Envolví el arma con mi pañuelo de cuello
           y la guardo en la cintura. A mi lado, el cuerpo de
           la muchacha  estaba cubierto  con  mi  abrigo,  tenía

           las manos y el rostro helado, estaba inmóvil.
                  La aurora se arrastraba lentamente desde el
           fondo  y  venía  pintando  de  luces  toda  la escena.

           Aspiré  profundamente  y  exhalé  una  bocanada  de

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