Page 242 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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Gitanjali #13

                  La  canción  que  yo  vine  a  cantar  no  ha  sido  aún  cantada.  Mis  días  se  me  han  ido
                  afinando las  cuerdas de  mi arpa;  pero  no he hallado el tono  justo, y las palabras  no
                  venían bien.  ¡sólo  la agonía del  afán  en mi corazón!  Aún no ha abierto la flor, sólo
                  suspira el viento. No he visto su cara ni he oído su voz; sólo oí sus pasos blandos, desde
                  mi casa, por el camino. Todo el día interminable de mi vida me lo he pasado tendiendo
                  en el suelo mi estera para él; pero no encendí la lámpara y no puedo decirle que entre.
                  Vivo con la esperanza de encontrarlo; pero ¿Cuándo lo encontraré?



                                                    DEDICATORIA

                  De: Andrés Gómez
                  Para: Tomás Mahecha

                  Le dedico el siguiente poema a Tomás Mahecha. Le dedico este poema por una razón en
                  particular; una cualidad que muchos carecen y aún más envidian. Le dedico este poema
                  a Tomás Mahecha porque siempre se mantiene en perspectiva a sí mismo y a los demás.
                  Porque sin importar las circunstancias y condiciones del camino, él logra atravesarlo y
                  de  alguna  forma  inspirar  a  los  escépticos  a  continuar  avanzando  en  la  pedregosa
                  carretera. Le dedico este poema a Tomás Mahecha porque él no se enceguece ante lo
                  relevante e irrelevante en el largo y único viaje. Le dedico este poema porque sé que él,
                  a diferencia de muchos, entenderá el valor del trato que finaliza el poema pero que da
                  inicio a muchos otros.

                  Este poema me habló de ti Mahe. Me habló de una madurez e inteligencia que muchos
                  ignoran incluso al anochecer de su vida. El poema parece sencillo y simple, pero tengo
                  fe en que verás más allá de las palabras y entenderás que es una oda a la vida misma.
                  Así como tu amistad y constante sabiduría son una oda a la vida y al ser. Tienes una
                  calidad especial como ser humano que es, en esencia, lo que te hace una singularidad
                  sobresaliente  en  la  vida  de  cualquiera.  Y  aún  más  destacable,  es  el  hecho  que  este
                  último trato  es para ti un principio básico por el  que te riges  cada  mañana, ocaso,  y
                  anochecer.



                  El Último Trato

                  Una mañana iba yo por la pedregosa carretera,
                  cuando espada en mano, llegó el Rey en su carroza.
                  “¡Me vendo!”, grité. el Rey me cogió de la mano y me dijo:
                  “Soy poderoso, puedo comprarte.” Pero de nada le valió su poderío
                  y se volvió sin mí en su carroza.
                  Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía
                  y yo vagaba por el callejón retorcido
                  cuando un viejo cargado con un saco de oro me salió al encuentro.
                  Dudó un momento, y me dijo: “Soy rico, puedo comprarte.”
                  Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda y me fui.
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