Page 257 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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mas sencilla, se le puede romper y resquebrajar, porque sentimos, sentimos todo, y cada

                  palabra  que  nos  dicen,  la  vivimos.  Vemos  la  vida  y  la  muerte  como  iguales.  Las
                  personas  tristes  tienen  la  facilidad  de  amar  y  entregarse  por  completo  a  quienes  lo

                  necesitan, jamás te dejaran atrás, jamás dejaran de amarte, jamás dejaran de vivir tus
                  alegrías y tus tristezas. Sylvia Plath era una persona triste, Sylvia llegó a apreciar tanto

                  la vida que vivía, que la descifró y cuando lo hizo, sintió un dolor inmenso, fue casi la
                  explosión  de  una  estrella  a  millones  de  años  luz,  o  la  fugacidad  de  un  cometa

                  atravesando el universo en tan solo segundos, lo que Sylvia sintió, y de un momento a

                  otro simplemente dejo de ser Sylvia. Sin corazón roto, sin nada mas que descubrir en
                  esta vida, paso a la otra, y volvió a empezar.


                  Sylvia tenía esa misma fugacidad, esa misma belleza y esa misma facilidad de palabras

                  que tengo yo. Mi pasión, mi astucia, mi sagacidad y mis muy diversas caras, todas las
                  llevaba Sylvia  colgando del  pecho, entiendo a Sylvia  y me duele su  sufrimiento, me

                  duele  que  fue  esa  misma  fuerza  interior,  la  que  la  llevó  a  querer  descubrir  nuevos

                  mundos, dejando atrás el suyo propio. Solo una cosa me diferencia de Sylvia, y es que
                  somos  personas  tristes,  pero  tenemos,  por  último,  la  infinita  capacidad  de  ser  más

                  felices que cualquiera, y yo decidí revestirme de esa felicidad, justo antes de que aquella

                  tristeza de la que tanto hablé, se llevara mi vida, así como se llevó la de Sylvia.


                  Ultima carta


                  La “ultima carta” como su nombre lo dice, fue una carta que le escribió a Sylvia, su
                  esposo Ted Hughes, después de que ella falleciera a causa del suicidio. La carta en si,

                  no  solo  refleja  el  dolor  constante  en  el  que  Sylvia  vivía,  sino  también  la  profunda

                  tristeza, que este dolor, causaba en sus allegados. Se puede percibir la culpabilidad que
                  el siente, pero asimismo, el amor tan profundo que le tenía a su difunta esposa. Vale la

                  pena leer esta despedida.




                  LA ÚLTIMA CARTA



                  ¿Qué pasó aquella noche? Tu última noche
                  doble, triple exposición
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