Page 258 - ANTOLOGÍA POÉTICA
P. 258

a todo. Tarde, el viernes,
                  mi última visión de ti viva.
                  Quemabas tu carta para mí en el cenicero,
                  con esa extraña sonrisa. ¿Había arruinado tu plan?
                  ¿Me sorprendió antes de lo que esperabas?
                  ¿Te la llevé corriendo demasiado pronto?
                  Una hora después —te habrías ido
                  a donde no podía encontrarte.
                  Me habría regresado de tu cerrada puerta roja
                  que nadie hubiera abierto
                  sosteniendo aún tu carta,
                  un rayo que no pudo aterrizarse.
                  Habría sido terapia de choques
                  para mí,
                  repetida una y otra vez, todo el fin de semana,
                  cada que la leyera o pensara en ella.
                  Hubiera cambiado mi mente, y mi vida.
                  La terapia que planeaste necesitaba algo de tiempo,
                  no puedo imaginar
                  cómo habría sobrevivido el fin de semana.
                  No lo puedo imaginar. ¿Lo habías planeado todo?

                  Tu carta me llegó antes —ese mismo día,
                  el viernes en la tarde, enviada por la mañana.
                  Los demonios reinantes la aceleraron,
                  fue una gota más de mala suerte
                  llevada a ti por la oficina de correos
                  y sumada a tu carga. Me moví rápidamente,
                  a través del crepúsculo londinense, de febrero, azul-nieve.
                  Lloré con alivio cuando abriste la puerta.
                  Un montón de acertijos en solución. Lágrimas precoces
                  que no lograron traducirme, no lograron divulgar
                  su valor verdadero. Pero qué dijiste
                  sobre los fragmentos humeantes de esa carta
                  tan cuidadosamente aniquilada, tan calmada,
                  que me dejaron soltarte, y dejarte
                  a borrar sus cenizas de tu plan —del cenicero
                  contra el cual te apoyaste para que leyera
                  el teléfono del doctor.
                  Mi escape
                  se convirtió en algo tan perseguido
                  insomne, sin esperanza, todos sus sueños exhaustos
                  sólo quería ser capturado de nuevo, sólo
                  quería caer, salir de su vacío.
                  Dos días de nada colgante. Dos días gratis.
                  Dos días en ningún calendario, pero robados
                  de ningún mundo,
                  más allá de realidad, sentimiento o nombre.

                  Mi vida amorosa lo agarró. Mi adormecida vida amorosa
   253   254   255   256   257   258   259   260   261   262   263