Page 339 - ANTOLOGÍA POÉTICA
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Con la siniestra mano

                  Concededme, dioses, que escriba
                  con la siniestra mano, pero no
                  le concedáis destreza. Que ella sola
                  se afane en enseñarme, que las líneas

                  que trace sean,
                  como las rimas, tortuosas;
                  que una letra pueda leerse,
                  indiferentemente,
                  como una alabanza, un vituperio
                  a vuestros gestos inmortales
                  de dioses o de diosas;
                  que los versos inhábil- se entrecrucen

                  como vuestras miradas y silencios;
                  y, así, tan lentamente

                  como vuestras auroras y ocasos,
                  vaya sumando mundo
                  esa torpe escritura:
                  recobrando azul para el cielo
                  (que no era luz),
                  y el temblor de las aguas
                  (del pozo de los pozos), y
                  en todo, y lo demás, la sed perdida
                  (en sus cauces nacientes);
                  y cuando ya mis líneas quiera
                  enderezarse -ya adiestrada
                  mi torpe adrede mano-,
                  volváis los ojos displicentes
                  para que yo quiera deciros
                  no sabré con qué mano.




                  Madrigal a Afrodita

                  Merced a ti la flor del aire es oro,
                  oro es la flor del trigo;
                  y la amapola roja,
                  rubia flor, pariente del oro.

                  Enloqueciendo al aire
                  y a lo escondido de la tierra,
                  haciendo caer lluvias amarillas
                  sobre las matrices del agua,
                  atas al monte con un nudo de oro.
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