Page 119 - complot contra la iglesia
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el gigantesco poderío del Imperio Romano en un afán destructor jamás
conocido en la historia de la humanidad.
En apoyo de esta verdad citaremos el testimonio incontrovertible de una
autorizada fuente judía:
“El Rabino Wiener, que en su libro “Die Juvisechen Speisegsetz”, confiesa que los judíos
fueron los causantes de las persecuciones de Roma contra los cristianos; observando que en el
reinado de Nerón y en el año 65 de nuestra Era, cuando Roma tenía por emperatriz a una judía,
Popea, y por Prefecto de la Ciudad a un judío, se inicia la era de los mártires, que debía
prolongarse 249 años” (101).
En estas instigaciones de los hebreos para provocar las persecuciones
de los romanos en contra del cristianismo, intervinieron incluso rabinos tan
destacados en la historia de la Sinagoga como el famoso
“...Rabino Jehuda, uno de los autores del Talmud (que como se ha dicho, es uno de los
libros sagrados, fuente de la religión del judaísmo moderno), obtuvo en el año 155 de nuestra
Era una orden para que fueran sacrificados todos los cristianos de Roma, muriendo en virtud de
ella muchos miles, siendo precisamente judíos los verdugos de los Papas mártires Cayo y
Marcelino” (102).
El Arzobispo Obispo de Port-Louis, Monseñor León Meurin, S.J., en su
obra “Filosofía de la Masonería”, página 172, afirma que cuando los judíos
acaudillados por Bar Kochba, un falso Mesías, se sublevaron contra Roma y
recobraron por tres años (132-135 d.C.) su independencia, en ese corto
espacio de tiempo asesinaron por lo menos a ciento cuatro mil cristianos.
Cantidad exorbitante en relación con la población cristiana de Palestina en esa
época. Esto nos da una idea de lo que sucederá cuando los judíos impongan a
todo el mundo su dictadura totalitaria.
Durante tres siglos, los cristianos resistieron heroicamente sin contestar
a la violencia con la violencia; pero es comprensible que cuando el cristianismo
–después de tres siglos de persecuciones- logró un triunfo completo en el
Imperio Romano con la conversión de Constantino y la adopción de la religión
cristiana como religión de estado, se haya por fin resuelto a contestar a la
violencia con la violencia, para defender de las conspiraciones constantes del
judaísmo, tanto a la triunfante Iglesia como a los pueblos que habían
depositado su fe en ella y que también se encontraban siempre amenazados
por la acción destructiva y demoledora del imperialismo judaico.
Por otra parte, es preciso que los cobardes que ante la situación actual
piensan capitular por miedo a las persecuciones, al poderío u la influencia de la
Sinagoga de Satanás, tomen en cuenta que las terribles amenazas de nuestros
días están muy lejos de ser tan graves como las que tuvieron que afrontar
Cristo Nuestro Señor, los apóstoles y los primeros cristianos, enfrentados no
sólo al poderoso judaísmo sino al entonces aparentemente invencible poderío
del Imperio Romano, el más grande y fuerte de todos los tiempos. A estas
amenazas mortales, hay que añadir la originada por la desintegración interna
que los hebreos, por medio de su quinta columna, provocaron en el seno del
cristianismo, con el gnosticismo y otras destructoras herejías.
Tomen en cuenta que si a pesar de esa situación mucho más difícil y
trágica que la actual, la santa iglesia no sólo pudo salvarse sino hasta lograr
una completa victoria sobre sus mortales enemigos, fu porque contó con unos
pastores que jamás desmayaron, jamás se acobardaron ni aceptaron pactos
vergonzosos con las fuerzas de Satanás. En ningún momento pensaron buscar
situaciones de componenda, basadas en una tan pretendida como falsa