Page 114 - complot contra la iglesia
P. 114

siguieron durante muchos años empleando todo el veneno de sus calumnias e
                    intrigas, no logrando sin embargo, lanzar al Imperio Romano contra los
                    cristianos; hasta que por fin, a fuerza de insistir tanto, lo lograron con Nerón.
                           Hubo también un intento de lanzar  a los gobernantes de Roma contra
                    San Pablo, como lo muestra el siguiente pasaje del Nuevo Testamento:
                           “12. Y siendo Galión procónsul de la Achaya, los judíos se levantaron de acuerdo contra
                    Pablo, y le llevaron al tribunal. 13. Diciendo: Que éste persuade a los hombres que sirvan a Dios
                    contra la ley. 14. Y como Pablo comenzase a abrir su boca, dijo Galión a los judíos: Si fuese
                    algún agravio, o enorme crimen, os oiría, oh judíos, según derecho. 15. Mas si son cuestiones de
                    palabra, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo allá vosotros: porque yo no quiero ser juez de
                    estas cosas. 16. Y los hizo salir de su tribunal. 17. Entonces ellos echándose sobre Sóstenes
                    príncipe de la sinagoga, le daban golpes delante del tribunal: sin que Galión hiciese caso de ello”
                    (88).
                           Este pasaje de la Sagrada Biblia  nos hace ver por una parte, la
                    tolerancia religiosa de las autoridades romanas y la falta absoluta de interés en
                    hostilizar a los cristianos; por otra parte, que los hebreos eran los que
                    constantemente estaban buscando medios para lanzar a los gobernantes del
                    Imperio Romano contra los cristianos  en intentos repetidos, aunque carentes
                    de éxito; y por último, que como buenos paranoicos, los judíos, al fracasar en
                    un intento malvado, acaban por pelearse  unos contra otros con una furia de
                    verdaderos locos. Aquí fue Sóstenes, el príncipe de la sinagoga, el infeliz
                    objeto de esa rabia y furor hebreos. Y desde luego, no podemos dudar de la
                    veracidad de estos hechos, ya que se trata de un pasaje literal del Nuevo
                    Testamento.
                           Es pues, muy explicable, que cuando esta jauría de lobos quedó
                    desatada y además con plenos poderes al triunfar las revoluciones comunistas,
                    haya realizado increíbles matanzas haciendo correr torrentes de sangre
                    cristiana y gentil para terminar despedazándose, tanto en la Unión Soviética
                    como en los estados satélites, unos a otros sin respetar nada, ni siquiera la
                    dignidad rabínica, como en el caso del pobre Sóstenes, citado en el anterior
                    pasaje bíblico. No cabe la menor duda que siguen siendo los mismos de
                    siempre.
                           El apóstol San Lucas, en los hechos de los Apóstoles nos narra otra de
                    las persecuciones llevadas a cabo por los judíos contra San Pablo, y al
                    pintarnos la manera de ser de los hebreos en esos tiempos, cualquiera diría
                    que nos los está describiendo ahora. Nada parece haber cambiado en casi dos
                    mil años. Cuenta que estando el santo de Jerusalén:
                           “27. ...los judíos que estaban allí del Asia, cuando le vieron en el Templo, alborotaron
                    todo el pueblo, y le echaron mano, diciendo a gritos: 28. Varones de Israel, favor: éste es aquel
                    hombre, que por todas partes enseña a todos contra el pueblo y contra la ley, y contra este lugar,
                    y demás de esto ha introducido los gentiles con él por la ciudad a Trophimo de Epheso, creyeron
                    que le había metido pablo en el templo. 30. Y se conmovió toda la ciudad, y concurrió el pueblo.
                    Y trabando de pablo, le arrastraron fuera del templo: y luego fueron cerradas la puertas. 31. Y
                    queriéndole matar, fue dado aviso al tribuno de la corte: Que toda Jerusalén estaba en alboroto.
                    32. El tomó luego soldados y centuriones, y corrió allá. Ellos, cuando vieron al tribuno y a los
                    soldados, cesaron de herir a Pablo” (89)
                           Este pasaje del Nuevo Testamento nos señala cómo los judíos
                    acusaban a san Pablo de “enseñar a todos contra el pueblo”, es decir, lo hacen
                    aparecer calumniosamente como enemigo  del pueblo, para ellos justificar su
                    asesinato. Más de diecinueve siglos  después, cuando los judíos en la Unión
   109   110   111   112   113   114   115   116   117   118   119