Page 110 - complot contra la iglesia
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Luego detalla Graetz las actividades de San Juan Crisóstomo contra los
hebreos, de las que se hablará en la Cuarta Parte de este libro. Refiriéndose a
las de San Ambrosio dice:
“Ambrosio de Milán, era un oficial violento, ignorante de toda Teología,
cuya violencia célebre en la Iglesia, lo había elevado al rango de Obispo, él era
sin embargo, más virulento todavía contra los judíos” (75).
También, en la Cuarta parte de esta obra, nos referimos a la lucha
antijudía de San Ambrosio, gran Padre de la Iglesia. Y en el índice de materias
del tomo segundo de la obra de Graetz, páginas 638 y 641, sintetiza el objeto
de esta materia en forma muy elocuente: “Ambrosio, su fanatismo contra los
judíos” y “Crisóstomo, su fanatismo contra los judíos”.
Por lo que respecta a San Jerónimo, otro gran Padre de la Iglesia,
símbolo de la caridad cristiana, el tan autorizado escritor en medios hebreos,
Graetz, señala que para recalcar dicho santo su ortodoxia, dijo literalmente:
“Y si es requisito despreciar a los individuos y a la nación, yo aborrezco a los judíos con
un odio imposible de expresar...” comentando, en seguida, el prestigiado historiador
israelita.
“Esta profesión de fe, concerniente al odio hacia los judíos, no era una opinión privada
de un escritor aislado, sino el oráculo para toda la Cristiandad, que presurosa aceptó los escritos
de los Santos Padres de la Iglesia, que fueron reverenciados como santos. En tiempos
posteriores, esta profesión de fe, armó a los reyes, al populacho, a los cruzados y a los pastores
(de almas), contra los judíos, que inventaron los instrumentos para su tortura, y construyeron las
hogueras fúnebres para quemarlos” (76).
Como se ve, esos símbolos de la caridad cristiana que fueron San Juan
Crisóstomo, San Ambrosio de Milán y San Jerónimo, nos dejaron una definición
clara de la misma, indicándonos que ella no excluye la acción enérgica,
implacable contra los judíos y contra la Sinagoga de Satanás, lucha que ellos
convirtieron en parte importantísima de su santa vida; nos enseñaron, también,
que la caridad cristiana no se ejerce en beneficio de las fuerzas del mal, que
ellos identificaron principalmente con el judaísmo. Por otra parte, es cierto lo
que dice el israelita Graetz al afirmar que ésta fue la doctrina unánime de los
Padres de la Iglesia. Los que se interesen en profundizar en este tema, pueden
hacerlo directamente en las obras de los Padres. Ahí podrán comprobar que
todos condenaron enérgicamente a los judíos y lucharon en forma resuelta y
sin titubeos en contra de esos enemigos de la humanidad, como
acertadamente los llamó San Pablo.
Los católicos sabemos que la opinión unánime de los Padres de la
Iglesia en materia doctrinal es, en muchos casos, norma obligatoria de
conducta para todos los fieles y en todos los casos, sin excepción, ejemplo
digno de imitar; solamente el complejo de Judas Iscariote puede explicar el
hecho de que muchos clérigos que se nombran católicos, pero que sirven más
a a la Sinagoga de Satanás que a la Iglesia, pretendan darnos falsas normas
de moral y de caridad cristiana para atarnos de manos e impedir que luchemos
con toda energía y eficacia contra el judaísmo y sus satélites: la masonería y el
comunismo.