Page 113 - complot contra la iglesia
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forma expresa a los miembros del antiguo pueblo de Dios, que se negaron a
reconocer a Cristo, lo llevaron a la muerte y combatieron a los apóstoles.
El Evangelio de San Juan ha sido considerado por los israelitas como el
más antisemita de los evangelios; el judaísmo proyecta eliminarlo de la Santa
Misa y para lograrlo dice tener poder suficiente en el Vaticano. Tal eliminación
la proyecta –según hemos sido informados- recortando la Misa para que
termine con la Bendición, suprimiendo así el Evangelio de San Juan, el más
antisemita de los evangelios, con el que actualmente finaliza la Misa. Nos
parece increíble que los judíos tengan tantas infiltraciones en el Vaticano como
para poder lograr esto. Pero ante cualquier eventualidad, hemos considerado
necesario denunciar esto para que las autoridades eclesiásticas impidan este
atraco a la Santa Misa por parte del judaísmo y sus agentes secretos en el alto
clero.
Los judíos, que en nuestros días siguen persiguiendo a la Iglesia y
amenazan con dominar y esclavizar a la humanidad, son los descendientes de
esos mismos judíos ya designados por el Nuevo Testamento como los peores
enemigos de Cristo y de su Iglesia, que nada de espiritual tenían de común con
el antiguo pueblo escogido de Dios en los tiempos bíblicos. El pueblo escogido
fue amado de Dios, pero los judíos –que renegaron de su Mesías, que lo
asesinaron y que combatieron y combaten al cristianismo, siguiendo aferrados
a sus organizaciones criminales en nuestros días, como dijera antaño San
Pablo- no son del agrado de Dios.
Los clérigos que en lugar de servir a la Iglesia están sirviendo a la
Sinagoga de Satanás, hacen una sofística mezcla de conceptos para engañar
a los sinceros católicos y hacerles creer, en contradicción con lo asegurado por
San Pablo, que los criminales judíos modernos son del agrado de Dios, con el
fin de impedir que los cristianos defiendan a sus pueblos y a sus familias contra
sus pérfidas empresas imperialistas y su acción corruptora.
En el capítulo XVII del antes citado libro del Nuevo Testamento, se dice
que San Pablo y Silas:
“1...llegaron a Thesalonica, en donde había una sinagoga de judíos. 5. Mas los judíos,
movidos de celo, y tomando consigo algunos de la plebe, hombres malos, y haciendo gente,
levantaron la ciudad: y asediaron la casa de Jasón, queriendo presentarlos al pueblo. 6. Y no
hallándolos, trajeron violentamente a Jasón y a algunos de los hermanos a los magistrados de la
ciudad, gritando: Estos son los que alborotan la ciudad, y vinieron acá. 7. A los cuales ha
acogido Jasón, y todos éstos hacen contra los decretos de César, diciendo que hay otro rey: que
es Jesús. 8. Y alborotaron al pueblo y a los principales de la ciudad al oir estas cosas. 9. Mas
recibida satisfacción de Jasón, y de los otros, dejáronlos ir libres” (87).
Los pasajes citados de las Sagradas Escrituras, demuestran claramente
que fueron los judíos los únicos enemigos del naciente cristianismo; pero en
todas partes no sólo perseguían directamente a los cristianos sino que con
calumnias, trataban de sublevar contra ellos a los pueblos gentiles y lo que es
más grave, a las autoridades del Imperio Romano. En el anterior pasaje de
“Los Hechos de los Apóstoles” se ve diáfanamente cómo empleaban la
calumnia en un criminal intento de lanzar toda la fuerza del entonces invencible
Imperio Romano sobre la Santa Iglesia, acusando a los cristianos, ni más ni
menos, que de reconocer a otro rey en substitución del César, delito que
enfurecía al máximo a los emperadores romanos y a sus colaboradores, ya que
esta forma de traición contra el César acarreaba la inmediata pena de muerte.
Por ello, no cabe duda alguna de lo que pretendían los israelitas. Estos