Page 112 - complot contra la iglesia
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nación, que ellos de los judíos: 15. Los cuales también mataron al Señor Jesús, y a los profetas,
                    y nos han perseguido a nosotros, y no son del agrado de Dios...” (81).
                           Es, por ende, falso que los judíos sean del agrado de Dios, como están
                    afirmando los clérigos que les hacen el juego con el fin de paralizar la defensa
                    de los pueblos católicos en contra del imperialismo judaico y su acción
                    revolucionaria.
                           ¿Será posible que esos eclesiásticos filosemitas pretendan tener razón y
                    que San Pablo mintió cuando aseguró que  los judíos no eran del agrado de
                    Dios? Sin embrago, bien claro se ve que  las fuerzas del mal, los hijos del
                    Diablo –como les dijo Cristo- integrantes de la Sinagoga de Satanás, no
                    pueden ser del agrado de Dios.
                           Los judíos con frecuencia encarcelaron a los apóstoles. En “Los Hechos
                    de los Apóstoles”, se afirma que los sacerdotes judíos, los saduceos y el
                    magistrado del templo, echaron mano de San Pedro y San Juan “...y los metieron
                    en la cárcel...” (82).
                           Y en el capítulo V se narra lo siguiente:
                           “17. Mas levantándose el príncipe de los sacerdotes y todos los que con él estaban (que
                    es la secta de los saduceos), se llenaron de celo: 18. Y prendieron a los apóstoles, y los pusieron
                    en la cárcel pública” (83).
                           Entre las persecuciones desatadas por  los judíos contra los primeros
                    cristianos caudillos de la Iglesia destaca, por su encarnizamiento, la que
                    llevaron a cabo contra San Pablo. En los Hechos de los Apóstoles (capítulo IX),
                    se señala:
                           “22. Mas Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en
                    Damasco, afirmando que Este es el Cristo. 23. Y como pasaron muchos días, los judíos tuvieron
                    juntos consejo para matarlo” (84).
                           Después, en Antioquía, discutiendo San Pablo y San Bernabé sobre
                    cuestiones religiosas con los judíos, éstos acabaron con su acostumbrado
                    fanatismo e intolerancia; empleando el argumento de la violencia. Los citados
                    “Hechos de los Apóstoles”, lo consignan:
                           “50. Mas los judíos concitaron a algunas mujeres devotas e ilustres, y a los principales
                    de la ciudad, y movieron una persecución contra Pablo, y Bernabé: y los echaron de sus
                    términos” (85).
                           Luego (capítulo XIV), sea firma que en la población de Iconio, después
                    de otra discusión teológica de San Pablo y San Bernabé con los judíos, ocurrió
                    que:
                           “4. Y se dividieron las gentes de la ciudad: y los unos eran por los judíos, y los otros por
                    los apóstoles. 5. Mas como los gentiles, y los judíos con sus caudillos se amotinasen para
                    ultrajarlos, y apedrearlos, 6. Entendiéndolo ellos, huyeron a  Lystra, y Derbe, ciudades de
                    Lycoania...18. Mas sobrevinieron algunos judíos de Antioquía, y de Iconio: y habiendo ganado la
                    voluntad del pueblo, y apedreando a Pablo, le sacaron arrastrando fuera de la ciudad, creyendo
                    que estaba muerto” (86).
                           Se ve por tanto, que ya para estas fechas la división estaba clarísima:
                    por una parte los partidarios de los apóstoles, es decir los cristianos; y por otra
                    parte, los judíos.
                           El Nuevo Testamento de la Sagrada Biblia –ya en estos libros- se sirve
                    de la palabra “judíos” para designar a los miembros del antiguo pueblo elegido
                    que asesinaron a Dios Hijo y combatían a su Iglesia. Asimismo se señala que
                    los que se habían convertido a la fe del Señor no eran hebreos, sino cristianos.
                    El Evangelio de San Juan –el discípulo amado- también ya titula “judíos” en
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