Page 276 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 276

Abenarabi y la religión universal  265
        ta de necesidad, sino sencillamente de posibilidad; no es que la perfec-
       ción deba, sino que puede conquistarse, dentro del islam, con los mé-
        todos ascéticos de esta religión, y fuera del islam, en  el judaismo y
        cristianismo, con los métodos ascéticos de ambas religiones. Abenarabi
        no enseña que una cierta mixtura de reglas y métodos, espigados en
        los diferentes cultos, sea la panacea indispensable e infalible para lle-
        gar a la unión. Lo que hay es que el islam, para Abenarabi como para
        todo musulmán consciente, no vino a disolver, sino a completar las
        revelaciones anteriores, cristiana y mosaica; y, por lo tanto, la moral
       y, en general, la espiritualidad de estas dos últimas, lejos de contrade-
       cir a  la islámica, constituyen su núcleo central y poseen por eso su
        misma eficacia religiosa. Fuera de alguna estrofa de sus exaltados poe-
       mas en que Abenarabi parece colocar al margen y por encima de todas
        las religiones  la religión del amor místico (1), yo no encuentro base
       documental, en sus libros dogmáticos, que justifique la sospecha de su

         (1)  La estrofa aludida es la siguiente, que Goldziher inserta en su libro
       Le dogme  et la loi de ¡'islam, pág. 142:
         "Hubo un tiempo en que yo reprochaba a mi prójimo,  si su religión no esta-
       ba cercana a la mía;
         Pero ya mi corazón acoge toda forma: es una pradera para las gacelas; un
       claustro para los monjes;
         Un templo para los ídolos; una Caaba para  el peregrino; las tablas de la
       Tora y  el volumen del Alcorán.
         Yo profeso  la  religión  del amor, y sea cualquiera  la dirección que tome
       su cabalgadura, la religión [esa] es mi religión y mi fe."
         La estrofa aparece, efectivamente, en  el Kitab dzajáir al-aalac de Abenara-
       bi, que es comentario de su Turcliumán al-axwac  (edic. Beirut, 1312 hégira!,
       págs. 39-40; pero cabalmente falta  el verso primero "Hubo un tiempo...", que
       es el que da el tono a toda la estrofa. Además, el mismo Abenarabi, al comentar
        los tres restantes versos, no alude para nada a esa supuesta religión univer
       sal, sino que, por  el contrario, interpreta  el verso último diciendo que en  é!
        quiere aludir a  la  religión  islámica. He aquí sus palabras  (pág. 40): "Este
       verso alude  al dicho  [del Profeta]: "Seguidme y seréis amigos de Dios." Por
        eso llama [a su religión]  la religión del amor... A Mahoma, en efecto, le cupo,
       entre todos los profetas, la morada del amor divino en toda su perfección, ade-
        más de haber sido, como otros profetas,  el amigo sincero,  el confidente,  el ele-
        gido de Dios..."
   271   272   273   274   275   276   277   278   279   280   281