Page 280 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Abenarabi y la escuela carmelitana 269
naturaleza y no por la gracia del Espíritu Santo, como lo son los mís-
ticos comunes, que tan sólo por su cooperación a la gracia divina lo-
gran el difícil renacimiento y transformación de su yo carnal en yo
espiritual (1).
Este carácter profundamente cristiano de la espiritualidad de Abe-
narabi explica además el origen de sus peregrinas coincidencias, que
hemos ido señalando en los lugares respectivos, con las más típicas
ideas y consejos formulados por los dos más grandes místicos de nues-
tra patria: Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Porque no deja de
tener algún valor para la historia del pensamiento religioso, así espa-
ñol como europeo en general, este hecho, para muchos insospechable,
de que en la misma patria de aquéllos floreciese, tres siglos antes, un
místico musulmán que, a despecho de sus prejuicios teológicos, con-
servase latente en los más hondos senos de la subconsciencia la luz
directriz de la cristiana espiritualidad, capaz de dictarle avisos y cau-
telas tan semejantes a los que la escuela carmelitana formulará más
tarde: que el camino real de la perfección es el de las tribulaciones (2)
que la tristeza espiritual, nacida de la conciencia de la propia imper-
fección, es más meritoria que la alegría por el disfrute de los divinos
favores (3); que si el alma no obra al dictado del director espiritual,
jamás logrará matar el amor propio (4); que no se llega a Dios sin
la intención pura y recta de hacer siempre lo mejor y de escoger entre
varias soluciones de conciencia la más estrecha y dura (5); que el
(1) Cfr. Massignon, Halláj, 685 y 753. Cfr. Fotuhat, II, 64-65: "El sello
de la santidad universal, tras el cual ya no hay santo alguno, es Jesús. Nosotros
hemos encontrado a muchos místicos [que han seguido la inspiración] del co-
razón de Jesús y de otros enviados de Dios." "Yo mismo me he reunido con
él muchas veces en mis crisis, y por su ministerio me volví a Dios en mi con-
versión, y él le pidió entonces para mí la perseverancia en la vida religiosa en
este y en el otro mundo, y él me dió el [dulce] nombre de amigo y me pres-
cribió la austeridad y la desnudez de espíritu." Cfr. Fotuhat,
l, 291.
(2) Anwar, 12.
(3) Mawaqui, 193.
(4) Mawaqui, 56, 165.
(5) Ctttlh, 49; Tohfa, 3.