Page 197 - Confesiones de un ganster economico
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                        Stoker Corporation (una empresa de ingeniería, filial de Ashland Oil Company, que
                        diseñaba y construía unos ultramodernos y novedosos generadores de vapor para
                        centrales eléctricas). Incluso recibimos el respaldo del Congreso cuando se aprobó
                        expresamente para IPS una exención fiscal muy concreta que nos supuso una ventaja
                        decisiva frente a las compañías rivales.
                           En 1986, IPS y Bechtel habían desarrollado de manera simultánea pero independiente
                        centrales que utilizaban tecnologías punta de última generación para quemar residuos
                        del carbón sin producir lluvia acida. Al final del decenio esas dos centrales habían
                        revolucionado el sector eléctrico y contribuido directamente a que se promulgasen
                        normas anticontaminación nacionales, demostrando de manera concluyente que los
                        llamados productos de desecho podían convertirse en electricidad, y que la
                        combustión del carbón sin producir lluvia acida era posible, en contra de lo que venían
                        afirmando los portavoces de las compañías tradicionales. Nuestra central demostró
                        también la posibilidad de financiar una técnica nueva, y de resultado todavía
                        desconocido, a través de una compañía pequeña e independiente que tuviese acceso a
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                        Wall Street y otras fuentes convencionales.  Como ventaja añadida, el calor excedente
                        producido por nuestra central se aprovechaba para un invernadero de una hectárea
                        dedicado a cultivos hidropónicos, en vez de disiparlo mediante estanques o torres de
                        refrigeración.
                           En mis funciones de presidente de IPS llegué a tener un buen conocimiento de las
                        interioridades del sector de la energía, y traté a muchos de los personajes más
                        influyentes de él: abogados, agentes de los grupos de presión, banqueros de
                        inversiones y altos ejecutivos de las compañías principales. Además contaba con otra
                        ventaja, un suegro con más de treinta años de antigüedad en Bechtel, durante los
                        cuales había alcanzado la categoría de arquitecto jefe, y que en aquellos momentos
                        estaba levantando toda una ciudad en Arabia Saudí... resultado directo, a su vez, de mi
                        trabajo realizado allí a comienzos de la década de 1970, durante lo que se llamó el
                        caso del blanqueo de dinero árabe saudí. Wrnifred se había criado a la sombra de las
                        oficinas centrales de Bechtel en San Francisco, y ella misma también había sido
                        miembro de la familia corporativa, ya que su primer empleo después de licenciarse en
                        Berkeley fue en Bechtel.
                          El sector de la energía estaba atravesando una reestructuración importante. Las
                        grandes empresas de ingeniería rivalizaban por apoderarse de las compañías de
                        servicios públicos (o por lo menos, repartírselas) que antes habían disfrutado de
                        privilegios equivalentes a




























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