Page 198 - Confesiones de un ganster economico
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                        sendos monopolios locales. Pero ahora, el santo y seña del día era la «desregulación»,
                        y las reglas estaban cambiando de la noche a la mañana. Abundaban las oportunidades
                        para sujetos ambiciosos que quisieran aprovecharse de una situación que pillaba con
                        las defensas bajas a los tribunales y al Congreso. Los gurús del sector decían que se
                        había declarado la era del «Oeste salvaje de la energía».
                           Una de las víctimas de este proceso fue MAIN. Tal como Bruno había
                        pronosticado, Mac Hall perdió el contacto con la realidad y nadie se atrevió a
                        decírselo. Paul Priddy nunca acertó a adueñarse del mando y la dirección de MAIN,
                        además de no acertar a aprovechar los cambios que recorrían como un vendaval el
                        sector, cometió una serie de errores fatales. Pocos años después del récord de
                        beneficios marcado por Bruno, MAIN tuvo que abandonar su papel protagonista en el
                        gangsterismo económico y se vio en serios apuros financieros. Los socios la vendieron
                        a una de las grandes compañías de ingeniería y construcción que sí supieron jugar con
                        acierto sus cartas.
                          En 1980 yo había liquidado mi cartera y me había embolsado treinta dólares por
                        acción. Unos cuatro años más tarde, los socios remanentes vendieron sus
                        participaciones por menos de la mitad. Cien años de meritorios servicios terminaban
                        así con una humillación. Fue triste presenciar la desaparición de esa compañía, pero al
                        mismo tiempo me sentí justificado por haberme separado de ella en el momento en
                        que lo hice. La marca MAIN continuó durante algún tiempo bajo los nuevos
                        propietarios, pero luego desapareció también. La cabecera antaño tan respetada en
                        muchos países de todo el planeta no tardó en caer en el olvido.
                          MAIN era un ejemplo de compañía que no supo adaptarse al ambiente cambiante
                        de la industria energética. En el extremo opuesto del espectro había aparecido otra
                        compañía que a nosotros, los insiders, nos fascinaba: Enron. Con un crecimiento de
                        los más rápidos del sector, surgida aparentemente de la nada, en seguida empezó a
                        hacerse con los contratos más descomunales. A menudo las reuniones de negocios se
                        inician con un rato de charla ociosa mientras los participantes buscan sus asientos, se
                        sirven tazas de café y sacan los papeles de los portafolios. En aquellos días, estas
                        tertulias solían girar alrededor de Enron. Ninguna de las personas ajenas a esta
                        empresa tenía ni la menor idea de cómo eran posibles los milagros que realizaba. Los
                        que estaban dentro, simplemente sonreían y callaban. Algunas veces, cuando se les
                        insistía mucho, hablaban de nuevos planteamientos de gestión, de «financiación
                        creativa» y de la política de contratar ejecutivos que supieran desenvolverse en los



























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