Page 37 - Confesiones de un ganster economico
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«Para toda la vida»
En términos legales podría decirse que MAIN era un coto cerrado. . Apenas un 5 por
ciento de sus dos mil empleados, los llamados socios principales, tenían todas las
acciones. Su posición era muy envidiada. No sólo mandaban sino que además se
llevaban la mayor parte del pastel. Su actitud fundamental, la discreción. Porque
trataban con jefes de Estado y otros altos dirigentes acostumbrados a exigir de sus
asesores, como abogados y psicoterapeutas por ejemplo, el mayor respeto a las normas
de la más estricta confidencialidad. Hablar con la prensa era tabú. No se toleraba, y
punto. Como resultado, casi nadie fuera de la empresa sabía quién era MAIN, a
diferencia de otras competidoras nuestras más conocidas como Arthur D. Little, Stone
& Webster, Brown & Root, Halliburton y Bechtel.
He utilizado la palabra «competidoras» en sentido figurado, porque MAIN en
realidad era jugadora única en su propia liga. La mayoría de los profesionales
contratados eran ingenieros, pero no teníamos ninguna maquinaria ni construíamos
nada, ni que fuese un barracón para guardar trastos. Muchos empleados eran ex
oficiales, pero no teníamos ningún contrato con el Departamento de Defensa ni ningún
otro organismo de los militares. Estábamos en una rama comercial tan diferente de las
normales, que me costó varios meses averiguar de qué se trataba. Sólo sabía que mi
primer destino real iba a ser Indonesia y que formaría parte de un equipo de once
hombres enviados a elaborar un plan maestro de aprovisionamiento energético para la
isla de Java.
También me di cuenta de que Einar y los demás que me comentaban la misión
andaban empeñados en persuadirme de que la economía de Java estaba en fase de
rápido crecimiento. Y que, si quería perfilarme como buen observador (digno de
ofrecerle un ascenso, por tanto), mis proyecciones económicas debían demostrar eso
precisamente.
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