Page 42 - Confesiones de un ganster economico
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comunista, bueno ... », me dijo una vez Claudine cruzándose la garganta con el dedo
índice mientras sonreía dulcemente. «Limitémonos a decir que debes presentar una
proyección muy optimista sobre esa economía y de cómo prosperará una vez que estén
construidas todas esas centrales y líneas de distribución eléctrica. Eso proporcionará a
USAID y a la banca internacional la justificación para los créditos. Tú recibirás una
buena remuneración, por supuesto, y podrás pasar a nuevos proyectos en otros lugares
exóticos. El mundo es tu carrito del supermercado.»
Pero no dejó de advertirme que mi trabajo iba a ser duro. «Los expertos de los
bancos irán por ti. El trabajo de ellos consiste en descubrir los fallos de tus
proyecciones. Ellos quedan bien cuando consiguen hacerte quedar mal.»
Cierto día le recordé a Claudine que el equipo que MAIN enviaría a Java estaba
formado por diez hombres además de mí, y le pregunté si todos estaban recibiendo el
mismo tipo de entrenamiento. Ella me aseguró que no. «Ellos son ingenieros - dijo -.
Proyectan las centrales, las líneas de transporte y de distribución, así como los puertos
y las carreteras para traer el combustible. Tú eres el que predice el futuro. De tus
previsiones depende el tamaño de los sistemas que ellos proyecten ... y la magnitud de
los créditos. Ya lo ves. Tú eres la clave.»
Al salir del apartamento de Claudine siempre me preguntaba si estaría haciendo
bien. En el fondo de mi corazón sospechaba que no. Pero me asediaban las
frustraciones de mi pasado. Al parecer, MAIN me ofrecía todo lo que siempre había
echado en falta. A pesar de ello, no dejaba de preguntarme qué habría dicho Tom
Paine. Por último me convencí de que aprendiendo más, acumulando experiencias,
más tarde podría denunciarlo todo. La vieja justificación de «conocer el pecado para
combatirlo mejor».
Cuando le confié esta idea a Claudine, ella me dirigió una mirada llena de
perplejidad. «No seas ridículo. Una vez que has entrado ya no se puede salir. Debes
decidirlo tú antes de comprometerte más a fondo.» Lo entendí, pero lo que dijo me
espantó. Al salir anduve pensativo por Cornmonwealth Avenue y, después de doblar
por Dartmouth Street, me persuadí de que yo sería la excepción.
Una tarde, varios meses después, Claudine y yo estábamos sentados junto a la ventana
viendo caer la nieve sobre Bacon Street.
-Formamos parte de un club reducido y selecto -dijo-o Se nos paga, y muy bien por
cierto, para estafar miles de millones de dólares a muchos países de todo el mundo.
Buena parte de tu trabajo consistirá en estimular a los líderes de esos países para que
entren a formar parte de la extensa red que promociona los intereses comerciales de
Estados Unidos.
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