Page 137 - Arquitectos del engaño
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Sede central del Gran Oriente en la rue Cadet, Paris. Foto: Jüri Lina
                                                             	   

                                                             	   
        La Justicia de los masones


               En  caso  de  estar  sometidos  a  ciertas  circunstancias,  el  deber  civil  más  alto  y  más  sagrado  de  la
        masonería  es  recaudar  armas  contra  el  gobierno  legal  de  una  nación,  según  la  crónica  de  la  masonería
        (Londres, 1.875, I, p. 81). Por este motivo la francmasonería ya había sido prohibida en varias partes de
        Europa: en Nápoles en 1.731, en Polonia en 1.734, en Holanda y en Francia en 1.735. Catalina la Grande
        prohibió las actividades de las sociedades secretas el 8 de abril de 1.782 y nuevamente en 1.794 para evitar
        las continuas actividades de las logias de Rusia. Los masones simplemente se negaban a obedecerla. La logia
        Osiris simplemente continuó con sus acciones en contra de Rusia. La gente normal y corriente consideraba a
        los masones delincuentes traidores.
               Alexander Herzen socialista masón judío y ruso (el Gran Oriente) estaba inquieto por la destrucción
        total  y  absoluta  del  gobierno  de  la  época.  Había  una  destrucción  generalizada  en  forma  de  estruendo  y
        sangre. "¿Que nacerá de esta sangre? ¿Quién sabe?" preguntaba. Acogía la destrucción y el caos, que estaban
        por venir.
               El  Gran  Oriente  quería  controlar  la  política  no  sólo  en  Francia  sino  también  en  el  extranjero,
        preferentemente  en  toda  Europa.  Los  miembros  del  Gran  Oriente  estaban  particularmente  interesados  en
        inmiscuirse en los asuntos internos de Rusia. Odiaban especialmente a Rusia. Desde 1.890, el Gran Oriente
        de Francia cuidó mucho a todos los emigrantes revolucionarios de Rusia mediante la organización de una
        escuela internacional de revolucionarios. Muchos rusos extremistas judíos comenzaron a seguir los "estudios
        revolucionarios" en esta escuela (Yuri Ivanov, "Los judíos en la historia rusa", Moscú, 2.000, p. 94). Detrás
        de la asociación revolucionaria judía estaba el Gran Oriente. Esta Orden ayudaba a los "revolucionarios" a
        escapar de la justicia.
               En 1.897, había 5.215.800 judíos viviendo en Rusia (casi el cinco por ciento de la población). Toda la
        actividad revolucionaria estaba en manos de los extremistas judíos, que controlaban la mayoría de las 370
        logias masónicas (ibídem, p. 97).
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