Page 142 - Arquitectos del engaño
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La corrupción masónica tiene signos propios. El signo de reconocimiento para el primer grado, el
grado del aprendiz, consiste en poner la mano delante de la garganta con los cuatro dedos juntos y el pulgar
en ángulo recto y entonces mover la mano de izquierda a derecha, como si cortara la garganta. También se le
llama "el signo de la garganta" y simboliza que al hermano se le cortará la garganta en caso de revelar
cualquiera de los secretos de la masonería.
Para el grado del oficial, se coloca la mano derecha sobre el corazón. La mano se redondea, como si
cogiera el corazón. Al mismo tiempo, se levanta el antebrazo izquierdo con la mano abierta. Esto significa:
podéis romper mi corazón si traiciono los secretos.
En el tercer grado, el grado de maestro, se pone la mano derecha con el pulgar señalando el lado
izquierdo del abdomen a la altura del ombligo. Cualquiera que traicione a la masonería morirá de esta
manera.
Estas señales de reconocimiento son descritos por muchas fuentes. Hay varias señales de
reconocimiento para los grados más altos, de las que los de fuera no son conscientes. Una de ellas consiste
en colocar el índice y el dedo anular de la mano derecha atravesados delante de los labios tres veces
seguidas. Esto demuestra que uno ha sido informado de los secretos más importantes.
Los masones se reconocen entre sí por medio de preguntas sencillas como "¿Qué hora es?",
"¿Cuántos años tienes?". Si contestas: "las ocho y media" o "cincuenta años," demuestras que no eres un
hermano. Se supone que uno debe responder: "Ya no queda tiempo" o "Soy muy viejo". También puedes
demostrar que eres un hermano preguntando: "¿Tú también trabajas día y noche?"
Los que no han alcanzado el grado de maestría no tienen derecho a visitar otras logias. Deben
obedecer a su maestro y a cualquiera que tenga un grado más alto que ellos.
La destrucción de Rusia
Los masones siempre están dispuestos a jugar al gato y el ratón para socavar a sus enemigos. A la
víctima le está permitido jugar al juego en los términos del gato, hasta que es hechizada por el trance de
consenso y la mente le queda paralizada. Exactamente eso es lo que le pasó al Zar Nicholas II de Rusia.
A finales de la década de 1.890, el masón Philip Vashod fundó la logia masónica Krest y Zvezda (la
Cruz y la Estrella) en el Palacio de Invierno y más tarde en Tsarskoye Selo, para rodear al zar y destruirlo.
Incluso el engañado Nicholas II se unió a la logia. Pero el zar no estaba informado de muchos de los secretos
importantes. Philip Vashod era asesor para cuestiones de estado (Viktor Ostretsov, "La masonería, cultura e
historia rusa", Moscú, 1.999, p. 387). El masón Leonti Kandaurov (emisario del zar en París) lo confirmó
(Archivo Central Histórico de Moscú, sección 730, I).
La francmasonería francesa consiguió el visto bueno de la Rusia zarista, a pesar de que en realidad
representaba el ateísmo y el republicanismo. Nicolás II era consciente de ello. Al asociarse con los masones,
destruyó las posibilidades de desarrollo de Rusia.
Entre el 1.900 y el 1.902, 10.000 individuos, mayoritariamente judíos rusos, fueron entrenados en los
Estados Unidos. Su misión era volver a Rusia después de su formación revolucionaria para sembrar el terror
y aplastar el régimen zarista. La mayoría de los recursos financieros de estas actividades provenían del
multimillonario sionista Jacob Schiff y de otros banqueros judíos de los Estados Unidos.
Estos mismos banqueros también financiaron la guerra Ruso-Japonesa de 1.904 y la Revolución Rusa
de 1.905 (Urgench Nikolov Dichev, "La conspiración de mal", 1.992, p. 99).
En 1.904, el Gran Oriente intrigaba contra el gobierno ruso, diciendo que era una desgracia para el
mundo civilizado. La Orden del Gran Oriente de Francia participaba constantemente en los asuntos internos
de Rusia mediante el apoyo a "revolucionarios allí tan temprano como en 1.905-1.906, cuando muchos
agitadores estaban activos" (Oleg Platonov, "La corona de espinas de Rusia: La historia secreta de la
masonería 1.731-1.996", Moscú, 1.996, p. 172).
El zar fue influenciado por varios masones que actuaban como si fueran amigos íntimos. El príncipe
Alexander Mikhailovich era uno de ellos. La madre de Mikhàilovitx era judía. Otro era el duque Nikolai
Nikolayevich, que convenció al zar para que firmara el manifiesto del 17 de octubre de 1.905, que despejó el
camino para los masones. Este documento daba más poder al Parlamento, que estaba completamente bajo