Page 200 - La importancia de las plantas medicinales
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Contribuciones de la biodiversidad
al bienestar humano y la autonomía
En la Sierra Nevada del Cocuy, Boyacá, consideran que los recién nacidos son
más propensos a perder calor, por lo que se les “cierra el cuerpo” aplicando
sobre el muñón umbilical chicote o ceniza de tabaco y hiel de oso (Faust
1990). En San Agustín los niños son bañados durante sus primeros días de vida
con la decocción de plantas cálidas y son fajados para evitar la herniación del
ombligo (Amaya y Zuluaga 1989). Las mujeres nasa acostumbran fajar los
bebes para que no crezcan “quebrados del ombligo” (Portela 2002). En el
Putumayo se considera que los niños son más susceptibles a enfermedades
como el “susto”, el “yelo de muerto” y el “mal viento”, debido a que tienen la
sangre más débil que los adultos (Arturo 1970). Entre los coconuco de Pu- racé,
Cauca, se suele cerrar el cuerpo para evitar perder fácilmente el espíritu y en
los niños para prevenir el ataque del “hielo”, para este fin se usan plantas
trituradas y maceradas en una botella con aguardiente; también se reporta la
práctica de cerrar el cuerpo a los niños entre los indígenas coyaimas y
natagaimas, quienes lo hacen para evitar en sus primeros años de vida la
afectación por el “hielo” (Faust 1988).
niñez
Para los upichía (matapí) el periodo que se extiende desde los seis días del
posparto hasta tres, cinco o seis meses después, se denomina kerajaló cuando se
refiere a la madre, mientras que si se habla del bebé se usa el término kerá. Este
tiempo concluye con jiwi la´akaná o bautismo tradicio- nal de la criatura, la
madre retorna a su ciclo vital individual y el bebé comienza a crecer cada vez
más independiente. A los seis días de vida el lawichu´ra´aru realiza un ritual
prebautismal llamado kerá, con el que el recién nacido entra a hacer parte de la
tribu upichía (matapí), se identifica con sus energías y con las de los seres
inmateriales; desde estos días hasta los cuatro o cinco meses deben continuar