Page 110 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker



                                          VIII



                           Del diario de Mina Murray



                         Mismo día, 11 p. m. ¡Oh, cómo estoy cansada! Si no fue
                  ra porque he tomado como un deber escribir en mi diario todas
                  las noches, hoy no lo abriría. Tuvimos un paseo encantador.
                  Después de un rato, Lucy estaba de mejor humor, debido, creo,
                  a unas pacíficas vacas que llegaron a olfatearnos en el campo
                  cerca del faro, y nos sacaron completamente de quicio. Creo que
                  lo olvidamos todo, excepto, por supuesto, el temor personal, y
                  esto pareció borrarlo todo y damos la oportunidad de comenzar
                  de nuevo.
                         Tomamos un magnífico "té a la inglesa" en una pequeña
                  y simpática posada, de antiguo estilo, en la bahía de Robin
                  Hood, con una ventana arqueada que daba a las rocas cubiertas
                  de algas marinas en la playa. Creo que hubiéramos asustado a
                  la "Nueva Mujer" con nuestros apetitos. ¡Los hombres son más
                  tolerantes, benditos sean! Luego, emprendimos la caminata de
                  regreso a casa, haciendo alguna o más bien muchas paradas
                  para descansar, y con nuestros corazones en constante temor
                  por los toros salvajes. Lucy estaba verdaderamente cansada, y
                  teníamos la intención de escabullirnos a cama tan pronto como
                  pudiéramos. Sin embargo, llegó el joven cura, y la señora Wes
                  tenra le pidió que se quedara a cenar. Lucy y yo, ambas, tuvimos
                  una pelea por ello con el molendero; yo sé que de mi parte fue
                  una pelea muy dura, y soy bastante heroica.
                         Creo que algún día los obispos deben reunirse y ver có
                  mo crían una nueva clase de curas, que no acepten a quedarse
                  a cenar, sin importar cuánto se insista, y que sepan cuándo las
                  muchachas están cansadas. Lucy está dormida y respira sua
                  vemente. Tiene más color en las mejillas que otras veces, ¡y su
                  aspecto es tan dulce! Si el Señor Holmwood se enamoró de ella
                  viéndola solamente en la sala, me pregunto qué diría si pudiera
                  verla ahora. Algunas de las escritoras de la "Nueva Mujer" pon
                  drían en práctica algún día la idea de que los hombres y las mu
                  jeres deben poder verse primero durmiendo antes de hacer pro
                  posiciones o aceptar. Pero yo supongo que la "Nueva Mujer" no
                  condescenderá en el futuro a aceptar; ella misma hará la pro




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