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En este caso, la idea de “matrimonio forzado” se puede tomar como parte de una cultura tradicional, debido a que su lógica se basa aparentemente en:


            la idea de [que] asumir responsabilidades por los hijos, significa para los varones unirse en una convivencia de pareja para “formar
            una familia”, con la expectativa de asunción del rol de proveedor. 11

          Un aspecto que pudiera destacarse al respecto de los relatos obtenidos, es que probablemente hubo una ausencia de información -o de decisión-, para utilizar
          algún método anticonceptivo por parte de ellos, aun cuando se haya expresado nuevamente la noción de responsabilidad de hacerse cargo del hijo/a en caso
          de un embarazo.




            •  Es lo más lindo que le puede pasar a una persona porque tener descendencia es… o sea, sí me he imaginado y me ha arrancado más de
               una sonrisa, sí me gustaría ser padre, o sea, ser un buen padre.
                  (Pablo, 17 años)
            •  Debe ser algo hermoso… tener con alguien quién compartir un hijo.
                  (Jefferson, 14 años)



          La paternidad como algo lindo y deseado


          De estos argumentos, se rescata que la paternidad es pensada como “una autorrealización masculina en sí misma más que algo directamente vinculado a
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          “otros”: madre, prescripciones sociales, etcétera”,  lo cual concede la razón a Montesinos  cuando afirma que:
            Cambiar una práctica de la paternidad tradicional a una moderna significa transformar la estructura mental que autodefine a los
            hombres como entidades a las que por naturaleza les corresponde el poder.




          Vínculos entre la(s) sexualidad(es) de los adolescentes varones

          y sus conceptos de la paternidad




          Es importante comprender las percepciones que estos adolescentes tienen de la sexualidad, ya que “la vivencia de la masculinidad está íntimamente ligada
          al ejercicio de la sexualidad”,  la cual como se revisó, mostró en cierto grado la manera en cómo conciben la paternidad y el cuidado de la salud tanto de ellos
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          como de su pareja. Estas diferencias entre el uso de masculinidad y masculinidades, también son observables en el análisis de la sexualidad, ya que frente a
          ésta se ubica el término sexualidades, puesto que Bozón y Leridon  afirman:
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            Para las ciencias sociales, las relaciones, las culturas y los controles sociales no solamente influyen, sino que están en el corazón
            mismo de las prácticas sexuales y de sus significados.

          Con lo anterior, se comprende el porqué de la diversidad de percepciones, prácticas y vivencias de la sexualidad. Aunado a esto, la edad aparece como otro
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          aspecto importante, ya que un niño/a, un/a joven o un/a adulto/a no la definirán del mismo modo.  De entre las numerosas definiciones, Samaniego García
          cita la de Fernando Barragán,  para quien:
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            La sexualidad es la función de relación con los demás caracterizada por la búsqueda de comunicación, afectividad y placer.
            Complementariamente puede implicar reproducción. Es una constante del ser humano desde el nacimiento hasta su muerte. Su
            estructuración es fundamentalmente social y cultural, más que biológica.

          De acuerdo a esta definición y en concordancia con Samaniego,  es conveniente subrayar que el coito no es la única manifestación de la sexualidad, ni
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          mucho menos la finalidad de ésta, sino más bien es parte de la misma. Este autor considera como actos íntegros, expresiones como “el beso”, “las caricias”,
          “el autoerotismo”, etc.




                                 2011
    Género y Salud               enero - Abril
          en Cifras              Volumen  9  30
                                   Núm. 1
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